High On Fire – «Luminiferous» (2015)
Sludge / Stoner / Doom Metal
Si hay una banda que cuente con una discografía puramente explosiva esa no es otra que High On Fire. Hasta 7 títulos contando este último dónde la tropa del frontman Matt Pike ha dado rienda suelta a sus virtudes en un cúmulo de heroicidades que lo han catalogado como una de las superpotencias más bestiales dentro del sector metalero.
Son pocos los grupos que con cada disco se van superando y llegando con cada escucha al final de sus LP con la misma pregunta; ¿Dónde está el techo de High On Fire? No lo sabemos aún y sinceramente tampoco nos importa mientras que cada disco siga siendo la misma bomba atómica que se vertió sobre Hiroshima en 1945 pero una cosa sí que tenemos clara, la importancia de mantener un mismo equipo sin cambios es vital y desde el cambio de Joe Preston por Jeff Matz a las cuatro cuerdas, la banda se ha remontado desde su “Death Is Communion” hasta los tiempos actuales con el mismo line-up, firme prueba de que son un puño, uno en alza que resulta ser ese brazo fuerte que atraviesa paredes con cada una de sus canciones.
Su séptimo “Luminiferous” podría ser una mezcla de su tercer y cuarto disco, o una gira excursionista por las partes más brutales e incisivas de su ejemplar discografía. Sin entrar en detalles aún, hay que reconocer que ante todo su nuevo LP es pura carnicería, estos no paran ni para mear y eso que ya lo avisaban con el adelanto de “The Black Pot”, dónde se veía este expreso infernal descontrolado con los High On Fire como mejor se recuerdan, muy al estilo de los comienzos de “Snakes For The Divine” inducido por la velocidad de sus orígenes. Este primer disco producido por el célebre Pike, actúa como una bola de demolición llevada por la brutalidad de su estilo asesino. ¿Qué hace grande a “Luminiferous”? El que posiblemente sea un recopilatorio de toda su carrera con temas que son nuevos, desde el ramalazo thrash de su predecesor “De Vermis Mysterris”, el ocultismo que se escondía en “Death Is Communion” o el stoner más compacto de “Blessed Black Wings”. A todo esto hay que sumarle una sección rítmica por parte de los californianos (Kensel, Matz) muy pocas veces vista antes. Ellos son los pilotos de llevar este armamento pesado, este panzer endemoniadamente aplastante.
Entrando en el destripe del disco, la mencionada abridora “The Black Pot” deja todo el músculo y la fuerza de la banda, corte de puro vértigo de lo más despiadado. Siguiendo esa carga pesada “Carcosa” reduce velocidad pero dobla su hipnotismo y su lastre. “The Sunless Years”, segundo adelanto que ofrecieron los de Oakland, sigue el compás de su anterior pero con un aire más melódico. “Slave The Hive” o la propia “Luminiferous” dejan las partes más salvajes, aquellas dónde empiezan a rodar cabezas, dónde Des Kensel empieza a ganarse el sueldo, carne fresca para el pogo más brutal en sus directos. Llegados a este punto, el disco empieza a entrar en las profundidades de High On Fire dónde las partes más atmosféricas se envuelven con las más psicodélicas, una psicodelia pesada y asfixiante, todo quepa decir. “The Falconist” a pesar de su ritmo machacante en el riff de Pike, parece más propia de cualquier rareza sacaba de un b-sides de Hawkwind. Es entonces dónde comienza a entrar en juego los puntos de referencia, las influencias de la banda, como la sabbathiana “The Dark Sides Of The Compass” o la psicodélica y magistral “The Cave”, una de las grandes destacadas del álbum dónde se deja entrever las partes más tristes de la vida de Pike y ese enfrentamiento con el alcoholismo. La última “The Lethal Chamber”, aparte de ser la más larga del álbum, es otro giro al infierno abismal de High On Fire, turbia pieza mucho más doom que ninguna otra dónde todo se hace negro hasta su desvanecimiento final.
“Luminiferous” se puede considerar como otro diamante más de ésta pedazo de colección de discos que tiene High On Fire en su grata vida. Un disco de mayor masa muscular que su predecesor y que se presenta con el máximo exponente de la intensidad que siempre ha llevado a la formación como su buque insignia. Una aventura que ha ido madurando en sus casi 20 años de existencia. No sé cuantas formaciones pueden haber que sean tan consistentes como esta, pero este nuevo trabajo es lo más propio a una horda de elefantes en estampida y merece estar en el pódium de los mejores discos no solo de este año sino de toda la carrera de High On Fire.