Nagasaki – «Invierno»; Océanos de melancolía fangosa…
Post Metal / Sludge / Instrumental
Dos entregas venidas del continente sudamericano, rellenarán la sección de reseñas en las próximas 24 horas, la primera viene desde tierras trasandinas, en la medianía del país chileno, la segunda lo hará mañana como flamante DISCO DE LA SEMANA.
Con la llegada del invierno en las ahora frías y remotas tierras del sur del planeta, los chilenos Nagasaki liberan su particular fusión de átomos con el sucesor de su homónimo debut de hace 5 años, y bien nombrado para estas fechas, “Invierno”.
Bajo la estela del post metal más atmosférico y aflictivo, los músicos de Quilpué irrumpen en este 2019 presentando los 8 actos de crudo post metal/sludge. Aunque también es verdad que lejos de estas etiquetas, Nagasaki sobrevuela otro tipo de géneros más extremos, creando un cóctel sonoro bastante estimulante para el oyente.
La maduración de la banda chilena se presenta en este segundo asedio instrumental. Las composiciones, está vez más largas que en su debut, ahondan aún más entre el significado de la vida y de la muerte, arrastrando en sus armonías muchísima melancolía para llenar tus tardes grises.
Las novedades también vienen en la alineación, ya que Nagasaki ha reestructurado sus líneas pasando de ser una banda de 4 piezas a 3. Con la clásica denominación de power trío, la llegada del nuevo percusionista, Sandro Carvajal, en sustitución del original Guillermo Araya, ofrece más contundencia en esa sección rítmica de mínima y ajustada producción, idónea para ver las corpulentas olas de destrucción originadas por la banda en ese tramo final de “Médula”, a galope con una sección de machacantes riffs y los cambios progresivos del mencionado batería. “Biótica” es otro ejemplo en la diversificación estilística de la joven formación, con unos coqueteos entre el post rock, pasando por el doom, incluso los extremos del black en su acto final. En este último caso, “Harakiri”, habla por sí sola, pero ya que estamos hablando de choque de estilos, tendríamos que apostar por el atrevimiento de “Raíces”, con un enfoque similar, definiendo la buena mano en las composiciones de Nagasaki.
Destaco los momentos de “Cristales”, dónde la banda reflexiona en muchos aspectos del álbum, y haciendo especial énfasis al significado y los principios del mismo. La visión particular de Nagasaki, muestra este sentir atmosférico en el tercer corte con hermosas líneas de guitarra. El cierre con “Témpanos”, sería la otra pista a recalcar de este “Invierno”, como canción más larga del redondo. Más de 7 minutos de atmosferas graduales, desatando los infiernos de Nagasaki, y llenándonos así, de esa nube radioactiva marcada por la historia.
Más allá de posarse sobre etiquetas atmosféricas, Nagasaki con esta base central, florece llevando los límites instrumentales de “Invierno” hacía nuevas fronteras como el noise, punk o crust. En este vuelo rasante con los principales fundamentos de su álbum debut, el segundo asalto de los chilenos, enfatiza perfectamente en las influencias de Nagasaki, exponiendo todo un escaparate de estilos, con la duración idónea y la firma más acertada