Clásicos Del Género; ZZ Top – «Rhythmeen» (1996)
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Hard Rock / Blues
(RCA Records)
Siete años han pasado ya desde el último encuentro que tuvieron las históricas barbas de Texas con aquel “La Futura”, disco que por cierto reseñé en su día para este mismo y otros medios, pero que por encima de todo llevaba en su sonido la labor de un pionero en este caso en las diferentes etapas llevadas por ZZ Top en su discografía, que son muchas.
Evidentemente para unos tipos con casi 50 años en carretera, 15 discos de estudios, dos redondos en directo y ese encantamiento por el blues, siempre bien llevado en sus orígenes, puedo distinguir en este caso hasta 3 etapas en su mágica historia.
La primera vendría en una primera parte esencial para el estilo más clásico de la banda y esos años entre 1971 y 1981. De aquí se pueden sacar obras suyas como esa trilogía inicial comandada por “First Album”, “Rio Grande Mud” y “Tres Hombres”, posiblemente el disco de mayor renombre del power trío. “Eliminator” (otra de sus proezas) en este caso traería un sonido más ochentero, posicionándonos en este caso en 1981, y con él hasta 3 discos posteriores finalizando en “Antenna”. Una segunda etapa algo más comedida pero con grandes éxitos para ello.
En mi opinión y como gran amante del blues, nuestro protagonista para los “Clásicos Del Género” de hoy es “Rhythmeen”, un alma gemela de su último “La Futura”, y el detonante de abrir esa tercera etapa, algo más pesada en la carrera de ZZ Top, más bluesera y con otros contrincantes a su alrededor como “Mescalero” (otro imprescindible de esta última etapa) o “XXX”.
Tal y como presentaba ese libreto interior en el vinilo del mítico “Tres Hombres”, estos devoradores de nachos y la buena comida mexicana, prácticamente en la frontera de ambos estados, se marcaron en el año 1996 toda una lección de como hacer blues rock, en épocas claramente alternativas.
“Rhythmeen” es uno de mis favoritos en la discografía de ZZ Top, un soplo de blues tradicional en pleno corazón de los 90, marcando el inicio de la auto-denominada tercera etapa de los barbudos. En este caso, los sintetizadores de los 80 y esas baterías con un carácter algo más electrónico pasarían a mejor vida con este duodécimo redondo. Su salida aquel 12 de Septiembre de 1996, la esperaba con ansia un servidor aquí presente con 16 años de juventud, y la pre crítica leída en algunas revistas sobre como alababan la vuelta de los norteamericanos a sus raíces.
Ante estas premisas el hype de un joven como yo, estaba más o menos a la misma altura que la estación espacial. “Rhythmeen” conlleva una estética más sucia que cualquier álbum predecesor de ZZ Top, una banda en este caso al desnudo, abriendo sus influencias prácticamente 25 años después de su explosión original, con las tendencias del por aquel entonces.
El efecto de recortar la caja de la batería es evidente, la mecánica original de unos ZZ Top ya mucho más madurados, hacía todo un festín para el oyente con un auténtico blues de pata negra. Prácticamente en las cotas del estilo más pesado, la crudeza de Billy Gibbons en las 6 cuerdas lleva el grosor adecuado, un patio de recreo para el adorador del fuzz, bajo una producción intachable.
“Rhythmeen” es un pedazo de álbum blues con todo el sabor de Texas. Aquí la Les Paul de Gibbons brilla en muchos momentos a través de la contundencia de sus muchas secciones, pantanosas en muchos casos, conmovedoras en otros. La batería de Frank Beard es otra cosa y las cuatro cuerdas de Dusty Hill son persistentes arropando lo mejor de su voz principal con elegancia. Armonías suaves pero con la brillantez de un buen blues, hay quedan ejercicios como “Vincent Prices Blues” (mi favorita), el descaro de “Zipper Job”, las reverberancias de “My Mind Is Gone” o ese single inicial con “What’s Up With That”. Todo esto siempre comandado por un inicio con la canción que lleva el nombre del disco o el funk desplegado con buen groove en “Bang Bang” o “Black Fly”. Ahí también queda la que fuera banda sonora de la cinta de Robert Rodríguez, “Abierto Hasta El Amanecer” con la sanguinaria “She Just Killing Me”.
La parte final de “Rhythmeen” tampoco deja lugar a dudas, el blues soberbio vuelve de la mano de “Prettyhead” o el enésimo giro de tuerca de Gibbons con el cierre “Hummbucking Part 2”.
Como el disco que posiblemente este entre mis 5 más escuchados en una década provechosamente musical para mí. “Rhythmeen” completaba mis muchas tardes de estudio en el cuarto, en bicicleta a la hora de ir al instituto, o siendo el despertar de todo el vecindario en una buena mañana de fin de semana. Un álbum que engancha rápidamente al oyente regresando a los orígenes de la banda, con suaves toques pero infecciosamente venenosos.
Ante nosotros, una forma con clase de dejar de lado la MTV y el bajón de ventas de la banda, llevando su índice de popularidad hasta un descenso alarmante haciendo de este álbum como el principal detonante para que el señor Gibbons y sus secuaces volvieran a su sendero inicial, como una clara ofrenda a sus primeros y más leales seguidores. No hay mejores tiempos que los viejos tiempos y en este caso, “Rhythmeen” es una demostración eficiente del mejor blues más reciente.