Sonidos Del Ayer; Witchcraft – «The Alchemist» (2007)
Psychedelic / Hard Rock / Progressive
(Rise Above Records)
Cuenta la historia de los días actuales que Witchcraft ha sacado nuevo disco llamado “Black Metal”, hay otros más osados que dicen que es de Magnus Pelander como álbum en solitario, ya sabéis, eso que siempre he considerado yo como el primer paso a la extinción del proyecto principal de un músico. Pues ante toda esta reunión de temeridades por mi parte, lo mejor es meterme un bálsamo auditivo que rezume toda esa tradición del mejor rock setentero al igual que lo hicieran estos mismos escandinavos allá por el 2007 con el sobresaliente “The Alchemist”, hoy el protagonista al cierre de la semana con otra entrega de nuestros “Sonidos Del Ayer”.
El tercer registro de estos Witchcraft sería el que acabará de disipar algunas dudas que habían levantado entre la crítica respecto a sus primeros discos registrados en el primer lustro del milenio. Y es que a fin de cuentas, en un subgénero como este, las calcomanías a una banda están a la orden del día, los primeros que se atreven a criticar la falta de personalidad de una banda o los pocos pasos entre movimientos monótonos hacía una evolución por demostrar algo más. Así es, “The Alchemist” fue el disco que llevo al alza a estos Witchcraft en el 2007, siempre orquestado bajos los ideales y técnicas más tradicionales de Pelander y algunos cambios que tuvo que soportar en su alineación, siempre con esa sombra tras de él de empezar sus inicios siendo una banda tributo.
Ese nebuloso rock pesado provisto entre finales de los 60 y principios de los 70 es la sangre que corre por “The Alchemist”. Más audaces que nunca en esta ocasión, el tercer LP de Witchcraft, sí que fue el salto evolutivo que de alguna manera o de otra, y sobre todo, lejos de desmarcarse entre esas sombras que los fijaban a las bases de Black Sabbath o de Pentagram, llevo a la formación nórdica hasta terrenos más conocidos y sobre todo, afianzando una solidez en la misma que años después los llevaría a aquel “Legend”, que reseñamos a las tempranas edades de “La Habitación 235”.
En este caso, Witchcraft se gradúa en sus composiciones, las más logradas a estas alturas de discografía con momentazos como los de “If Crimson Was Your Colour”, evidenciando de esta manera su lealtad al legado del Roky Erickson más original, aquel que militaba en 13th Floor Elevators al lanzar uno de los grandes pioneros del rock psicodélico como fue su debut homónimo (reseña aquí). Puedes sentir como esas teclas nos entregan ese toque malvado y bien arropado, el funk que marca su sección rítmica y sus sinuosos y efectivos riffs. Las letras de esta canción hablan por sí solas… La apertura con “Wlak Between The Lines”, nos subraya las partes acústicas del track, pero volviendo a incidir en esa nueva faceta de la banda que los adentra a un más en el rock progresivo-psicodélico. Mención aparte para pistas como “Remembered”, una de esas canciones que te puede llevar al universo Cream, rellenando los elementos en una puesta en escena bastante cuidada, amén de esa dupla entre las guitarras y el saxo y ese acto final en bucle para dejarnos uno de los hitos de “The Alchemist”. Más groove y sobre todo y nuevamente como marcan sus inicios como banda en la sabbathica “Hey Doctor” y una sucesora a esta como es “Samarita Burden”.
Realmente, “The Alchemist” alcanza la personalidad más original de Witchcraft, abriéndose a sus muchos exponentes musicales. Si al final del mismo, notamos cierta aura sobre el progresivo, es el resto del disco el que adquiere de una presencia más notable al sonido que Witchcraft poco tiempo después seguiría evolucionando. En este caso, todos los elementos externos se entregan en “The Alchemist”, con una primera parte que bien puede reflejar la primera parte a la vida de Witchcraft y una segunda que vaticinaría lo que vendrían a ser unos años después. El álbum no deja de ser uno de los grandes precedentes del género en este nuevo milenio y es que “The Alchemist” para muchos degustadores o detractores del mismo, sigue siendo un hogar para el templo del rock más primitivo dentro de este siglo XXI. Eso sí, restándole la fiereza y contundencia de muchos, tal vez sea en esa belleza interior que siempre expresa y que se acaba confirmando con la misma canción que lleva el álbum, dónde Witchcraft acaba consiguiendo ganarse el corazón de muchos.