Clásicos Del Género: Dire Straits – «Dire Straits» (1978)
El primer disco de la banda británica fue uno de esos grandes estandartes de un año de gran cosecha. En 1978 y en menos de 3 semanas se grabó el que sería el inicio de una de las bandas británicas con sonido más exquisito de los últimos tiempos.
El homónimo debut de la banda comandada por Mark Knopfler se caracterizó por ser uno de esos trabajos meticulosamente cuidados. Mi clara intención de meterlo en la sección “Clásicos Del Género” es porque lo considero el primero y mejor de su discografía.
Innumerables temas de lo más exquisitos se presentan en uno de esos discos que ganarían muchísimo peso con el paso del tiempo. Tras su grabación, los propios Dire Straits darían fe de todo su prodigio musical por todo territorio británico.
Ofreciendo multitud de actuaciones en diversos locales, la banda poco a poco se va consagrando el mismo año de su reconocimiento a pasos agigantados. Por aquellos tiempos los propios Dire Straits se sometieron a una presión de tal manera que dos de sus actuaciones, se vieron obligadas a retransmitirlas radiofónicamente. La primera de ellas en Manchester retransmitida por la BBC, la segunda no llegaría hasta el 19 de Abril del mismo año en la localidad de Chester la cual se encargaría Radio Liverpool.
Casi 3 semanas bastaron en los Basin Street Studios para grabar una de las joyas del rock clásico a principios de 1978. Con un coste de unas 12.500 libras esterlinas, el primer álbum de los británicos contenía nueve exquisitos cortes, entre los que destacaba por encima de todas la más que comercial “Sultans Of Swing”, canción que con el paso del tiempo se convertiría en el himno de la propia banda y cierre en la mayoría de sus conciertos.
Todo comenzó en Londres, donde tres amigos compartían piso. Se trataba de los hermanos Mark y David Knopfler, junto a John Illsley. Mark trabajaba como maestro de escuela, David era asistente social y John trabajaba en una tienda de discos. Su situación económica no les permitía demasiadas alegrías. A ellos se solía unir su amigo Pick Whiters, quien era el único que estaba introducido en el mundo de la música. Poseía experiencia como músico, tras haber participado en algunos grupos.
En 1977 Pick y Mark deciden crear un grupo. Pick sugiere el nombre: Dire Straits, algo así como “situación límite”. Juntos, los cuatro componentes del grupo consiguen reunir el dinero para grabar una maqueta. En ella, cuatro temas: “Wild West End”, “Water Of Love”, “Sacred Loving” y “Sultans Of Swing”.
Cuando un conocido disc-jockey de una emisora de radio en Londres pinchó la maqueta en su emisora, la reacción de la audiencia fue muy favorable, lo que obligó al pinchadiscos a seguir emitiendo la música de los Knopfler y compañía.
Cuando escuchas un corte inicial como la inolvidable “Down To The Waterline” percibes que estamos ante un disco grandísimo, un clásico vamos. Dicha canción marca una pauta que se mantendrá intocable durante el resto del trabajo. Acertadas notas por parte del guitarrista Knopfler, con un solo que pronto encumbraría a uno de los mejores guitarristas que ha deparado el mundo del rock.
Pick Withers ofrecería su magnífico estilo, dejándolo impregnado en un corte como “Water Of Love”, sin olvidar al omnipresente guitarrista que una vez más lo vuelve a bordar. Conforme va pasando el disco se va confirmando a una banda llena de talento que improvisa y no se detiene ante nada.
“Setting Me Up” es una de esas razones por las que reconocer a unos genios musicales. Con unas influencias directas al recientemente fallecido J.J. Cale y el estilo personal del guitarrista, facturaban uno de esos temas de ritmo pegadizo.
Cuando crees que lo has escuchado todo, es cuando el disco empieza a coger el carácter que merece y empieza a hondear en la fauna auténtica de estos cuatro chicos británicos. “Six Blade Knife”, canción inmensa que ha aparecido en millones de películas, mantiene un ritmo blues exquisito propio de uno de los mayores clímax del disco. Humeantes solos lentos se desbordan ante una de las líricas más inteligentes y emocionales que nos ha deparado el rock clásico.
“Southbound Again” mantiene el mismo pulso que de su predecesora “Setting Me Up”. Ritmos eléctricos que llegan a la universal “Sultans Of Swing”. Icono de la banda, es dónde el bueno de Mark Knopfler se confirma, si no lo había hecho ya, como el gran guitarrista que es. Lamentos que emanan de una banda marginada por el punk de la época, sirviendo como perfecta excusa para emerger con toda la fuerza del rock británico.
Prosiguiendo esta espectacular delicatessen, llegamos a la altura de “In The Gallery” otra de mis favoritas. Gran trabajo en las líneas guitarreras por parte de Knopfler que dejan como factura una de las mejores letra de todo el disco.
La parte final de este titán del rock clásico la componen dos hermosos temas como son “Wild West End” y “Lions”. La primera es una clara exploración de la banda por el terreno country en su vertiente más relajada. Como balada del disco no deja de ser uno de los temas más hermosos del trabajo. Con “Lions” estos Dire Straits cierra de la mejor manera en un corte de melodías pegadizas e intachable factura.
Se me deja entrever un poco la vena fanática que tengo por esta banda, pero me gustaría ser el pequeño de aquellos primeros años de la década de los 80 que era virgen ante el sonido único e inconfundible de la banda británica y se deleitaba ante un estilo que yo únicamente lo clasifico con una sola palabra: Exquisito.