“Drive”, la caravana setentera en el regreso de Rainbow Bridge

 

Partiendo de su aventura más ambiciosa, normalmente los discos en los que los músicos dan rienda suelta al espíritu de la libre improvisación, sus actos suelen alargarse como mágicas jam sessions. La naturaleza de un disco como “Drive”” parte de estos matices, e igualmente siendo un disco largo y muy ameno, son el ejemplo perfecto para entonar ese heavy psych abierto a muchas corrientes y plasmarlo en este sólido regreso de los italianos.

Drive” vuelve a tener esas conexiones psych blues en todos los ejercicios del power trío de Italia, pero es verdad que Rainbow Bridge se entrega a su multitud en este nuevo álbum, dividiendo la contienda en una primera parte abierta a los temas más directos, un tramo intermedio mucho más experimental desde los planos instrumentales y una última parte dónde se unen las piezas de este rompecabezas en lo que ellos llaman esa larga suite de 14 minutos titulada “Tears Never Here”.

Desde Hendrix hasta muchos de los exponentes setenteros se abren en este nuevo periplo al resurgir del buen riff, el blues que siempre nos aborda al éxtasis y ese groove imponente que marca su propia sección rítmica en muchos puntos de este “Drive”. Es cierto que la banda pone como gran referencia la histórica zurda de Seattle, pero 20 años de longevidad dan mucho para los de Barletta, es por eso que “Drive” es el itinerario perfecto para comprender toda su historia.

Su portada habla por sí sola para entender los conceptos sonoros de este álbum, el abrasivo dios Sol que nos acompaña en los largos viajes atravesando la tuna desértica, es el ecosistema del que se alimenta el nuevo “Drive”.  Sus largos desarrollos nos dejan una semántica que a veces nos puede llevar por esas corrientes sureñas como un punto más de atracción en el disco. Es la creatividad del mismo la que hace de un entusiasta como Giuseppe Piazzolla a la guitarra, regalarnos grandes momentos como los de “Years Of Beer”, uno de los avances que nos habían anticipado en su día la banda. Igualmente esos miramientos al proto metal de la época, tienen su parte en una valvular sección rítmica que tiene sus connotaciones en “Make Peace”. Magnífica “Still Drives” presumiendo de ese boogie de Rainbow Bridge o la parsimoniosa “Black Monday”, llevando esos aires Hendrix desde los planos más narcóticos. Más pastoral en este caso  es su apertura en “Until My Wings Will Be Stronger” tirando de esos slide guitar, y todo el ambiente del polvoriento salvaje oeste para abrir el álbum.

Las memorias del pasado de la banda se pueden ver en “I Saw My Dad Play Air Guitar”, otro toque sureño para la ocasión que siguen subiendo las apuestas de este “Drive”, mientras que su cierre con “Coming Out”, vuelve a recordarnos la grandeza y la larga influencia que supuso la “Experience” de Hendrix, más de medio siglo después.

Desde mi punto de vista, este nuevo “Drive” es la banda sonora perfecta para disfrutar de los muchos atardeceres que nos esperan este próximo verano. Su candente propuesta viene equiparada por fascinantes melodías de conducción en esos progresos de la banda, crecientes desde sus muchas ejecuciones o implantando esos segmentos acústicos para llenar de elementos sus muchos recursos.

Con todo ese entorno musical del pasado, “Drive” es el manifiesto perfecto para tomar de referencia a estos Rainbow Bridge como otro de esos combos adictos a las jam sessions y el buen sabor de un buen heavy psych blues, alargándose en sus ideas más prósperas.

 

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