“Narrow Seas”, descubriendo a una formación como Hell Is A City
El blues electrizante puede ser un buen punto de partida o uno de los conceptos que materialicen una semana en “La Habitación 235” de altísima calidad en las muchas novedades a destripar.
Como tantas, las revelaciones han sido uno de los principios más estrictos entre las muchas sorpresas que aguarda nuestra web en más de una década de arduo trabajo. Desde mi humilde punto de vista, la aparición de un proyecto como Hell Is A City sobre el radar del planeta 235 deja notas bastante alentadoras en lo que se refiere al nuevo “Narrow Seas”.
La elaboración casera de cervezas y su fervor por las jam sessions son los contrapuntos de esta banda que se origina en el sur de California durante el 2018. Amores que se debaten por el progresivo, el blues y el hard rock, son los ingredientes principales de este nuevo “Narrow Seas” mostrando el lado más emotivo de este power trío de la costa oeste norteamericana.
Es verdad, son cada vez más cuantiosos los ejemplos que concentran toda su fuerza en llevar las reminiscencias setenteras, incluso algunas ochenteras, entre ese heavy psych y el stoner/doom. Es una fórmula de lo más repetida, en algunos casos extenuada y cayendo en la falta de originalidad y en otros, con esa chispa de ingenio que acaba resultando como gran descubrimiento.
Normalmente no somos amigos de la mediocridad, y a esta casa no entra un álbum que al menos no tengo ese notable de base. Realmente desde su arranque con “Collapse”, el álbum no decae en ningún momento y posicionándonos en épocas que pueden ir desde Alice In Chains hasta Led Zeppelin, Hell Is A City parece siempre llevar ese flujo de los 70 dentro de su esquemática, implorando un boogie bastante venenoso en sus composiciones.
La dinámica desértica se deja ver en pistas como “Dry Your Eyes”, mientras que la explosión de sus solos de guitarra hace acto de presente en “Hush”. Desde luego, los californianos dejan un crossover que atraviesa décadas de rock en su haber. Los conceptos alternativos se ven en su canción principal, son en esos largos desarrollos dónde Hell Is A City fabrica oro en sus minutos musicales. Sus diversos cambios de tiempo se abren al universo progresivo, pero es en su dinámica dónde realmente nos acaban conquistando, más allá de la propuesta de “Skinpiston” y ese doom sabbathico que en sus melodías oscuras acaba clamando la grandeza de las eternas huestes de Birmingham y la enorme exponencia patentada por y para el género.
El blues, ese ingrediente sensual y arrebatador que tira todas las puertas abajo, es otro elemento indispensable en “Narrow Seas”, prueba de ello es “Ask The River”. La clausura del álbum con “The End” nos devuelve al meollo setentero mostrando esas pendientes más arcaicas al doom de la época, el más primitivo y original, sin dejar de lado la estridencia de Hell Is A City.
Una primera toma de contacto directa de cabeza a las mejores sorpresas del año. La repercusión de Hell Is A City conforma un bloque sonoro cimentado por las estrictas leyes de la grandeza del rock, el legado de sus dinosaurios prehistóricos y la gran huella que dejaron como patrimonio que aquí conserva un homenaje por todo lo alto para el descubrimiento de este combo californiano.