Fuzz – «II» (2015)
Psychedelic / Proto Metal / Garage Rock
Hace dos años estalló en el abismo psicodélico una formación más propia de lo que yo identifico como un particular big bang a pequeña escala. Con un nombre tan apropiado como Fuzz y unos componentes a la altura de Ty Segall, Roland Cosio o Charles Moothart, asombraron a propios y extraños con un estratosférico debut que acaparó mucha de las portadas en las mejores listas de aquel 2013 de gran cosecha. Hoy traemos su continuación; “II”.
Con el doble duración y prácticamente de pistas, el power trío de San Francisco confirma su poder, virtuosismo y destreza musical con un segundo álbum aún mejor que su debut lleno de un gran dinamismo y la fuerza influenciada de muchas de las décadas del pasado.
Los 60, 70, 80, 90 e incluso el puñado de grandes bandas que han dejado estos primeros quince años del nuevo milenio, sirven de ruta para este nuevo álbum que bebe y recoge lo mejor de todos esos años plasmando al completo en uno de esos trabajos que puedes escuchar una vez cada diez años.
Fuzz regresan más definidos, listos para comerse este 2015 en la dura lucha contra gigantes de la escena que como en repetidas ocasiones he mencionado están dejando un curso para la posteridad. Mezclar muchas piezas en un disco, algunas de ellas con larga duración y que todas suenen igual de estelares es lo que se suele reconocer con el tiempo como toda una obra maestra, un peso pesado del rock que no quiero ni pensar como se le puede llamar o calificar dentro de 20 años.
Se dice que todo lo que toca Ty Segall lo convierte en oro y como Rey Midas ciertamente produce este colosal disco de ritmo implacable dónde se postula como su patio dónde recrear sus mayores influencias y absorberlas. Cuesta creer que este sea un proyecto paralelo para este talentoso entusiasta formado en el año 2011 con amigos de secundaria como es el guitarrista Charlie Moothart y el por aquel entonces bajista Chad Ubovich.
El sonido de muchas de los iconos del rock inglés de los 60 y 70 es el espectro que encumbra y se extiende en el inmenso cosmos musical de Fuzz. “II” es un trabajo mayor producido, mucho más sustancioso pero sobre todo, más completo que su primer LP que ya de por sí dejó piezas para el recuerdo de la historia de la psicodelia contemporánea. También es cierto que este segundo trabajo da paso a canciones mucho más cortas en prácticamente la mayoría del redondo con duraciones algo más normalizadas siendo la pista inicial y la final las que acogen mayores segmentos que recuerden a su ópera prima.
Nuevamente el trabajo de Moothart es impresionante desde su abridora “Time Collapse II/The 7th Terror”, el guitarrista da rienda suelta a sus ideas puenteando con “Rat Race” de manera triunfal y blusera recordando por momentos a Parker Griggs y los suyos. La voz de Segall es fenomenal, te hace rememorar a Kevin Ryan Starrs, nuestro más conocido Tío Ácido. Con el paso de los minutos la cosa se va poniendo interesante, luz verde para los primeros acordes melodiosos de Cosio al bajo y salta a escena una de las destacadas del disco que empieza aumentar las expectativas del álbum y recoger gran interés por él de una manera más pausada y juguetona dónde la voz de Segall vuelve a despuntar. ¿Os imagináis un cruce entre Black Sabbath y The Beatles? Eso es este “Let It Live”, curioso título por cierto. El poder de estos genios despierta su mayor bestia en “Pollinate”, “Pipe” (guiño a Sabbath) o “Bringer Of Light” quiénes traen las memorias en muchas facetas del underground más fangoso y putrefacto de los 80 y 90, mientras que “Say Hello” trae los mejores riffs zeppelianos de los 70 y las alucinógenas atmósferas de Hendrix o Jefferson Airplane y ya que nombramos a estos últimos, tenemos otro gran ejemplo con esa estupenda y cálida bienvenida que nos ofrecen en “Burning Wreath” que no hace más que convertirse en la columna vertebral de su posterior “Red Flag”.
La parte final del álbum da indicios a la creatividad e improvisación dentro de estos músicos. “Jack The Maggot”, “New Flesh” o “Sleestak” son un trinomio de cortas jam que completan aún más el resultado final de “II”, la épica final que con sus casi 14 minutos maravilla y echa el cerrojo de la forma más gloriosa, progresista y jamás recordada. Puntos aparte para la percusión del bueno de Segall. Aquí la banda es dónde explora en esas largas avenidas de sonidos y resonancias. Un proyecto a tener muy en cuenta que no ha hecho más que perfeccionar su estilo después de su gran debut. “II” es esa progresión que marca el metal más pesado hasta los inicios del blues y proto rock setentero. Un extenso árbol lleno de ramificaciones que condicionan de manera magnánima este gran monstruo del presente curso el cuál mucho me temo y si difícilmente nada lo remedia, será el disco del año.