Alunah – «White Hoarhound» (2012)

Haciendo un punto de inflexión en medio de esta vorágine de listas que estamos publicando en estos días con motivo del cierre del año, los británicos Alunah, serán los que cierren las críticas de discos de este gran 2012 que acaba mañana. En pleno revuelo de listas que nos van enseñando distintos blogs de la red con lo mejor de todo el año, aquí en “La Habitación 235” nos damos el gustazo de hacer la reseña de uno de los discos más característicos del año.

Con su stoner-doom y sus tintes hacia el ocultismo la banda británica demuestra con este, su segundo trabajo  “White Hoarhound”,  dar un paso adelante después de las expectativas que había levantado su debut. Sin salirse del camino, siguen fiel a su estilo pero con un sonido mucho más mejorado, vamos al lío…
Después del gran sabor de boca que nos dejo su debut “Call Of Avernus”, Alunah puso el nombre a su nuevo disco “White Hoarhound”, una planta herbácea perenne con hojas grises que también recibe el nombre de Marrubium Vulgare (en la wikipedia se puede encontrar más detalles acerca de esta planta.

“Demeter´s Grief” arranca con su alucinógena intro y dar paso a un sinfín de cargadísimos riffs que honran al gran Tony Iommy, para dejar al oyente extasiado y embriagado de su mejor doom. A diferencia de otras bandas que tratan mucho sobre el ocultismo, aquí Alunah, están menos centrados en ese lado místico en sus letras. Soph Dia canta cuan sacerdotisa, su hipnótica voz y el crujir de su guitarra bien vale su peso en oro en la banda. De ritmo perseverante y deliberado es “White Hoarhound”, segundo corte que lleva el nombre del disco y posiblemente uno de los mejores temas. Con riffs pesados y ese aroma al ocultismo setentero, no se puede evitar caer en su atmosfera y deleitarte con su estilo.

 

Está claro que los pasos de gigante nos lo han garantizado este cuarteto de Birmingham, las guitarras tanto de la frontwomen Soph Dia como la de Dave son espesas y viscosas, avanzando firmemente sobre la línea que marca el bajo de Gaz Imber y la batería de Jake Mason.
Muy rara vez son bien vistas este tipo de bandas en líneas generales ya que suelen ser más para oídos exigentes, pero ya les digo yo que estos siete pesados temas que contiene “White Hoarhound”, llevan calidad dentro. Unos coros muy buenos, estética arraigada y su pagano estilo como adoradores de la naturaleza. Las letras de las canciones también son una parte fundamental del trabajo, Soph Dia esta espléndida en todos los sentidos.

Son muchos los casos que se ven en este “White Hoarhound” y que da sus frutos esperados, tanto en su composición, como en su rendimiento, como es el caso que se ve en el corte acústico “Oak Ritual I”.

Al igual que paso en su anterior “Call Of Avernus”, la producción del disco vuelve a estar supervisada bajo la batuta de Greg Chandler y editada bajo el sello PsycheDOOMelic Records.

Para mí el sonido de Alunah se acerca mucho al de los franceses Mars Red Sky. “Belial’s Fjord”, “The Offering” o “Chester Midsummer Watch Parade” confirman dicho sonido, dicha atmósfera asfixiante e incluso es la propia Soph la que canta repetidas veces “Por favor, déjame ahogarme” en esa ”Belial’s Fjord”, canción que se convierte en una tortura sonora.
La siguiente “The Offering” parece seguir ese curso de fatalidad, pero nada más allá. Está canción es el vivo ejemplo de cómo Alunah ha crecido como unidad y ha cogido esa madurez, en ella podemos ver como la canción poco a poco se va construyendo, se detiene y vuelve a empezar después. “The Chester Midsummer Watch Parade”, nos adentran en esa droga psicodélica, con ritmos y sonidos que van y vienen para dar una explosión de vida en ese magnífico solo que contiene.

Antes mencionamos esa versión acústica que tiene la primera de las dos partes del segmento “Oak Ritual”. Como decimos, una primera parte con un tanto de acústica mejorado y bien armonizado por la voz de Soph, gran interludio de poco más de dos minutos y medio que da paso al cierre final de su segunda parte. “Oak Ritual II” contiene toques de complejidad melódica bajo la capa de sus densos riffs, proporcionando su sonido más allá del minuto cinco de canción e impulsando al sonido de la banda a la explosión final. Después de unos minutos de silencio, el estupendo sonido de un órgano nos hace despedirnos de este gran “White Hoarhound” de la manera más fantasmagórica en esa atmósfera acompañada de ecos y sonidos naturales de tormenta, el cierre perfecto que merece un gran disco.

Un álbum perfectamente construido de grandes composiciones y que hacen de él que con el paso del tiempo sea un disco recordado como el punto de inflexión en su carrera y que muestra el sonido que les lleva al camino correcto que debe tomar la banda.