Crónica Toundra + Willis Drummond (La Riviera, Sound Isidro 2017)
Durante el mes de Mayo y parte de Junio, como lleva realizándose estos últimos años, multitud de salas en la capital se llenan de oídos inquietos a razón del Sound Isidro. El evento, patrocinado por Mahou, organiza una ruta musical de formaciones principalmente nacionales y una amplia paleta de géneros. Una de las fechas más interesantes del panorama primaveral, yergue con el nombre del post rock madrileño Toundra, y Willis Drummond desde el norte con su ecléctica propuesta en lengua vasca.
Willis Drummond busca el encuadre en un sonido agresivo, rockero, con una suciedad elaborada durante un recorrido de más de una década, para dar lugar a un resultado que mantiene el espíritu joven y cañero. Quizá la gran parte del público acudía a la Sala Riviera esperando una velada que levantase los pies del suelo en una tormenta de psicodelia postrockera. Quizá esta fuese la razón por la que a Willis Drummond se le hizo complicado lograr conectar con su audiencia. Sin embargo, siendo imponente la situación, no les hizo decaer, así de una manera profesional atraparon la oportunidad que les brindaba la noche para darse a conocer, ahora que su objetivo parece ser darse a conocer a lo largo del país. En sus cortes se aprecia con claridad cómo Willis Drummond bebe de una escuela encabezada por grupos como Berri Txarrak. Estructuras tradicionales, fieles a unos cánones de rock duro, que bailan de manera temeraria y valiente con procesos musicales más complejos. No faltaba energía. De algún modo se podía entender cuáles eran los nexos entre los dos grupos de la noche, ya que Willis Drummond se atreve en todos sus temas a incluir pasajes destinados a captar la atención del adicto a la psicodelia pesada. Estos pasajes dan la sensación de que van a alejarse por un laberinto musical, y si bien nunca tienen prisa por darles fin, alcanzan la medida justa para mantener la coherencia de su repertorio. En definitiva, temas redondos, un grupo que puede funcionar muy bien en un festival y una buena compañía para aquel que esté adentrándose en la maraña del sonido underground.
La noche lleva el nombre de un grupo que ha logrado traspasar las fronteras de nuestro país con una propuesta arriesgada, de escrúpulo personal e identidad magnética. Este es el décimo aniversario de unos músicos a los que las salas más modestas de Madrid vieron comenzar, y que ahora congrega frente al escenario de la Sala Riviera una cantidad importante de gente que viene a ver a Toundra. Fórmula de post rock que siempre acaba resultando un canon de comparación en los conciertos más psicodélicos de Madrid, y no es para menos. En una evocación de la naturaleza, sonidos de pájaros preceden la tormenta eléctrica de la noche, siendo “Strelka” el tema escogido para la apertura de la velada. El género post-rock suele caracterizarse por un rediseño de los elementos y estructuras propias del rock, otorgando una forma mucho más progresiva en el devenir de las canciones. El juego que realiza Toundra con la emoción en su música es genial. Músicos cuyas tablas son evidentes, y la compenetración entre ellos es visible a cada compás, conocen los modos de llevarte a través de olas de sentimiento. A razón de sus diez años viendo crecer un proyecto que no ha dejado de ganar adeptos dentro y fuera de España, era lógico que el setlist estuviese repartido a lo largo de su discografía. Toundra interpretó temas tan perennes como “Zanzíbar”, “Bizancio”, “Ara Caeli” y “Marte”, emblemas de su segundo (II) y tercer (III) trabajo, destacando una espectacular y temprana “Magreb”. Escogiendo un tema de su cuarto y último trabajo de estudio (reseña aquí) como inicio de concierto, “Kitsune” y “Oro Rojo” estuvieron presentes en el conjunto de canciones. Además, desempolvaron “Medusa” y una aletargada “Órbita” del primer escalón de tan comprometida trayectoria.
Un grupo que es capaz de sostener un show instrumental en un grado de atención plena por parte de la asistencia, es grandioso. El público quedó hipnotizado hasta “Cielo Negro”, escogido último tema para encontrar el final. Sin embargo, es una pena que no estuviese a la altura el juego de luces, el cual debería ser un elemento complementario esencial en los conciertos de Toundra. La sala está muy bien equipada para ello. Por eso cada vez que las luces no se coordinaban con lo que sonaba, era desaprovechar una gran oportunidad para crear un espectáculo audiovisual sin parangón… De todos modos, lo importante es la interpretación de los músicos y ésta ocurrió en una fluidez absolutamente impecable: parsimonia delirante atravesada por apoteósicas subidas, encontrando islas paradisíacas en el océano de la creatividad. Ningún miembro peca de destacar por encima de sus compañeros, y la sinergia sobre el escenario refleja los diez años de un trabajo exigente por parte del cuarteto de Toundra. Diez años tallan minuciosamente la piedra preciosa, transformada ahora en una verdadera joya que deslumbra a los oídos.
Crónica: Aston Wirz
Fotos y vídeos: Káiron Vinicius
Promotora: Sound Isidro
Sala: La Riviera
Fecha: 13-05-2017