Sonidos Del Ayer; The Machine – «Shadow Of The Machine» (2007)
(White Dwarf Records)
No veo mejor forma de cerrar la semana que celebrando el décimo aniversario del que fuera el debut de la banda The Machine, fundada justo un año antes del lanzamiento de este “Shadow Of The Machine”, la revelación de lo que tiempo después se consagraría como una de las mayores fuentes de inspiración del stoner europeo, procreando sus genuinas jam’s hasta las playas de Cerdeña, dentro de los recitales y secretismo que guarda un festival de la índole del Duna Jam.
Con una muralla infranqueable que no ha dejado de sorprendernos durante estos 11 maravillosos años de existencia, el power trío compuesto por David Eering (guitarra, voz), Davy Boogard (batería), y Hans Van Heemst (bajo), ha sabido jugar sus cartas en sus 5 maravillosos discos de estudio, culminado el pasado 2015 por su no menos bueno “Offblast!” (reseña aquí), el culpable de una buena batida por el viejo continente con una parada cargada de frustración en la pasada edición del Madrid Stoner Festival (crónica aquí) y su inminente aterrizaje en la próxima edición del Sonic Blast Moledo (info aquí).
Cada nuevo álbum suyo próximo a salir, es una noticia que siempre está en boca de todos, una banda que se ha ganado el corazón de muchos y la inspiración de otros tantos, con esa vertiente del rock pesado y a su vez creativo, dotado de esa libre improvisación que grandes como Colour Haze iniciarían en su periplo de ensueño durante los 90. Digamos que The Machine coge todos estos apuntes y a su manera, los crea en este “Shadow Of The Machine”, un álbum que a pesar de estar en la sombra de posteriores titanes como “Calmer Than You Are” (reseña aquí) o “Solar Corona” (reseña aquí), no deja de ser uno de sus discos más largos, con permiso de “Drie” y con un alto nivel compositivo que hacía de estos The Machine como una banda que apuntaba maneras desde sus inicios.
Pongamos como ejemplo canciones de la talla de “The Doors To Infinity”, primer EP de presentación de la banda anterior a este inicial larga duración, o “Jam No. Pi”, sesiones prácticamente instrumentales, procedentes desde otras dimensiones, de dónde se encontraban estos músicos de Rotterdam a la hora de componerlas. Expandiéndose por el cosmos sideral, The Machine se maneja con soltura con este primer disco en lo que muchos consideraban tiempo después como su fuerte, las “jam sessions”. A partir de aquí, otros de los iconos que se les considera básicos en su discografía como pueden ser “Servus De Apparatus”, nada tiene que envidiar a lo que tiempo después pulirían con brillantez en epopeyas como “Moons Of Neptune”, “Sphere (… Or Kneiter)” o ese viajecito que iniciaba la última de sus aventuras; “Chrysalis (J.A.M.)”.
No se puede ignorar el poder de estos músicos por las jams, de hecho esta palabra en cuestión se puede repetir hasta 4 veces en los 36 títulos que componen su encomiable su discografía. Más allá de todo esto, “Shadow Of The Machine” estaba predestinado para revelar algo grande que solo el paso de los años, los ha colocado en el lugar en el que merecen estar.
Fueron muchos los que se quejaron de la producción de este trabajo, y eso tuvo su respuesta el pasado año con una reedición de este debut por primera vez en vinilo y con una nueva capa de sonido que mejoraría aún más en detalles y matices. Un servidor aquí presente, tuvo la oportunidad de lograr una de esas mil copias limitadas lanzadas el pasado año por White Dwarf durante su mencionada mini-actuación en Madrid. Esto también tuvo lugar para tener mi pequeña charla con el bueno de David Eering, quien minutos después se subiría a los cielos de la Gruta 77 madrileña para extasiarnos en poco más de 15 minutos. Un músico explosivo, algo reservado fuera de los escenarios, casi que como conteniendo las fuerzas de lo que puede hacer sobre ellos. Impulsado por una fuerza sobrenatural a la guitarra que rápidamente lo convierte en una máquina de riffs e improvisaciones varias pero que no serían nada si un buen trote de a bordo, y aquí es dónde entra la sección rítmica de estos The Machine. La labor tanto de Boogard a los parches, como de Heemst al bajo, son fundamentales para construir esa base en el sonido de la banda. Con esto es suficiente para recrearnos en la demencia de Eering, que hace el solo el trabajo de dos guitarrista y lo perfecciona, a su manera de hablar dentro del fangoso género, con unas actuaciones fuera de lo normal. Lo que oyes en el disco, los disfrutas de igual manera o mejor en directo, es una banda para disfrutarla más allá de tus altavoces pero aun así, “Shadow Of The Machine”, más allá de mis muchas divagaciones y mi incondicional amor por este armazón de psicodelia pesada, sigue guardando grandes secretos en su interior como ese heavy blues, prácticamente único en su discografía, llamado “Telescope”.
Sin olvidarnos de temas como “Deserted Experiences”, una declaración de principios de la banda, “Miracles” directa al mentón y una de las más salvajes de su carrera, o ese arranque con la canción que lleva el nombre del disco y cierre con “Black Snake”, la enésima improvisación de Eering tirando con todo el sabor sureño a base de slides guitar y detalles que se multiplican por mil.
“Shadow Of The Machine”, es una pequeña sombra de lo que tiempo después declararía esta máquina de guerra, un nexo entre de riffs y éxtasis multicolor que cumpliría con todos los sueños de Eering y Boogard, años antes en sus estudios en secundaria. Su tripleta atacante se confirmaría con la llegada del bajista Hans y a partir de aquí, se arrojarían sus muchas influencias en el primero de sus LP. Ni ellos mismos se creyeron ese éxito que empezó a suscitar con la llegada de los primeros meses del 2008, recuerden que el lanzamiento de este “Shadow Of The Machine” llegaría el 5 de Diciembre de 2007, y fue grabado en pocas sesiones tan solo un mes antes. La improvisación al final se convirtió en definición, el camino original marcado por los holandeses que les adentraría en una travesía de fantasía cosechada tiempo después con sus posteriores lanzamientos y confirmando las buenas maneras que tenía este primer álbum. Una gozada de más de una hora basada en la ampliación del conocimiento sobre el terreno de sus componentes, bajo la mejor arma de la que puede disponer un músico hoy en día; la improvisación.