Clásicos Del Género: Motörhead – «S/T» (1977)

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Hard Rock / Heavy Metal

(Chiswick Records)

 

 

Muchos pueden decir que el legado de Motörhead no conoce límites, incluso con su icono bajo tierra, su creador, el nombrado por antonomasia como el gran macarra del siglo XX, más allá de las odas espaciales originadas por Hawkwind, como primer proyecto de Lemmy Kilmister, su propuesta definitiva que hoy toma protagonismo esencial en nuestros “Clásicos Del Género”, cumplió en esta semana 40 años de su explosión inicial.

Todos sabemos que es religión discos como “Overkill”, “Bomber” o “Ace Of Spades”, que coño… hasta yo metería “Iron Fist” y no será por cariño, sino por tener la cara dura de plantarse en medio de los 80 con toda esa sabiduría gamberra en su interior, luchando contra titanes del glam/heavy metal de aquellos tiempos y alargando la unión con Bronze Records desde “Overkill”, como distribuidora particular de los británicos.

Cuatro décadas dan para mucho, más sabiendo lo influyente que ha sido una banda como Motörhead para proyectos posteriores, sobre todo en esa gesta que consiguieron ellos sumergidos durante los inicios primitivos de un thrash tempranero, y la existencia del punk que protestaba a través de sus canciones, uniéndose a la ola del heavy metal fundado por Sabbath, Sir Lord Baltimore, Captain Beyond y los muchos que sentaron los precedentes a principios de la famosa década prodigiosa.

Con todo esto, uno de los mejores power trío que registraría la historia del género y formado ni más ni menos que por Eddie Clarke, Phil Taylor y el mismo Lemmy Kilmister, recogería el testigo de esta famosa alineación producto de los tiempos 60/70, que tiempo atrás plasmarían personalidades como Jack Bruce, Noel Gallagher, Ginger Baker, Jimi Hendrix, Eric Clapton, Alex Lifeson, Geddy Lee, Neil Peart, Les Claypool, Steve Ray Vaughan o el capitán Billy Gibbons, portador de llevar la voz cantante de esos barbudos de Texas, ZZ Top, dónde Motörhead, como creyentes de su disciplina, les dan un homenaje a lo grande con la genial “Beer Drinker & Hell Raisers”, plasmada cuatro años al lanzamiento original, en el legítimo “Tres Hombres” de la banda norteamericana.

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Evidentemente el debut de una banda que se unía como otra más del imperio británico para darle color al universo rock en líneas generales, traería sus frutos con los años venideros. “Todo es rock’n’roll” como muchas veces describiría el bueno de Kilmister, gozando de un descanso merecido como dinosaurio de la especie y que sin duda, significaría el principal escaparate de estos jóvenes Motörhead, dispuestos a comerse el mundo con la primera de sus propuestas en este debut homónimo. Una formación que innovaba más allá de lo mostrado en aquellos tiempos, un nuevo giro de tuerca directo desde el corazón británico con épicas en su interior como “White Line Fever”, en señal a la gran zurda de Seattle y un himno de su discografía y posterior lema, “Iron Horse/ Born To Lose”. Destacadas piezas que pronto pasarían al reconocimiento de las vitrinas de Motörhead como rezos de su encomiable discografía.

Lo curioso de todo esto es que Motörhead surgió desde la pobreza, ya que tiempo después de que el señor Ian Fraser (AKA Lemmy Kilmister) fuera expulsado de Hawkwind por su abuso a las drogas, su empeño por crear una banda acorde con el ADN que corría por su sangre, no sirviera para mucho con la contratación de sus dos primeras adquisiciones; Larry Wallis (guitarra) y Lucas Fox (batería). motorhead-live-bandTiempo después, el bueno de Phil Taylor, entraría en escena, junto con Eddie Clarke, un año más tarde, dando provecho al empeño de Kilmister desde 1975, curso de los primeros ideales de un desconocido proyecto como Motörhead, que obtendría su recompensa dos años más tardes, después de algunas negativas de discográficas que acabarían cediendo a la gran verdad; la encuesta que ellos mismos ganarían al premio “Worst Band In The World”. Con todo esto, en Abril de 1977, Motörhead era un sueño hecho realidad.

El homónimo trabajo de Motörhead se fabricó en dos días, así de simple, lo que en un principio era el préstamo de Ted Carroll, un buen amigo conocido de Lemmy, en tiempos dónde el universo de la banda se desvanecía de forma temprana, casi que hasta su extinción, fue este productor quién les alquiló su estudio para la grabación de un single que se acabaría convirtiendo en la consecución de 11 piezas, grabadas en 48 horas y en el recuerdo para muchos con el paso de los años hasta el presente. Ante tal gesta, el bueno de Carroll decidió darles un tiempo extra y grabar hasta 13 temas de los que ocho de ellos, pertenecerían a este primer trabajo.

Es triste pensar que este primer disco de Motörhead es también de los más infravalorados, pero esos 40 años de cursillo intensivo, de eclosión para la historia a esas siglas que llevan las NWOBHM, fueron influyentes para diversidad de estilos que obtendrían su reconocimiento con el devenir de los años, y lo mejor de todo, sin apenas ser reconocidos en el 77’, inspiraron lo que hoy en día reconocemos como masas, desde músicos hasta fieles seguidores. Grandes por los siglos de los siglos.

 

 

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