Clásicos Del Grunge; Alice In Chains – «Dirt» (1992)
Siendo una de las fuerzas más populares de los 90, suena un poco irónico que Alice In Chains fueran uno de los pilares del grunge haciendo una música tan densa y fangosa. Los cantos maníacos y esos riffs enterrados en un enorme montículo de distorsión gruesa, da entender que esos pensamientos que cantaba el bueno de Layne Staley eran tan deprimentes como el mundo que giraba a su alrededor.
La primera época de la banda de Seattle dejó trabajos colosales, sobre todo en sus dos primeros discos, siendo este segundo “Dirt” uno de los tallos centrales del famoso género musical de los 90.
Alice In Chains jugaba en otra liga, ni mejor ni peor, tan solo diferente. Mientras Nirvana iba poco a poco maquillando su sonido con “Nevermind”, Jerry Cantrell y los suyos no se sacrificarían por un estilo tan sucio como el de la tropa de Cobain, todo esto sin importarle lo más mínimo su popularidad. “Dirt” puede ser tan repugnante como perfecto al mismo tiempo, tan triste como celestial. Una colección de verdaderos clásicos de los 90 atados a los más mórbidos y oscuros himnos de una década musical en rebeldía.
El aullido escalofriante que supone este trabajo, nos sucumbe a las profundidades de un Layne Staley consumido por la heroína pero que importó poco para que Alice In Chains consiguiera uno de los álbumes conceptuales jamás registrados. Tanto el propio Staley como Jerry Cantrell, ambos compositores de la banda, maduraron considerablemente como artistas en los años entre “Facelift” y “Dirt”. El primero se dedicaba a contar sus historias de terror juveniles pero entre tanta perfección siempre se encontraba algún relleno que a algunos pueda parecer prescindible. Con “Dirt” esto no pasa, Alice In Chains consiguió fabricar su novena sinfonía en el segundo disco de estudio. El viaje alucinógeno de la banda no tiene ni una sola nota desperdiciada convirtiéndolo en el álbum definitivo de ellos.
Marcando los tonos con un implacable riff descentrado, comienza esta hegemonía musical con la inicial “Them Bones” y digo descentrado porque se convertirá en una palabra perfecta para la descripción musical de “Dirt”. Las canciones se estructuran en acordes menores, la dupla entre Cantrell y Staley suena hermosa en sus melodías pero algo irregular. Este corte inicial va estrechando el cerco y cerrando más tensión sin proporcionar el clímax satisfactorio. El final es abrupto y deja al oyente flotando en el aire. “Dam That River” se convierte en la más vertiginosa del disco, discutiblemente con “God Smack”, y muy similar a “Sex Type Thing” de Stone Temple Pilots, con esos coros agresivos e inquietantes.
Conforme va pasando los minutos en el disco, los riffs recaen en una rutina mucho más lenta y el dolor de las voces va en aumento. Canciones como “Junkhead” y “God Smack” se centran específicamente en el mundo de la drogodependencia, mientras que otras como la propia “Dirt”, aluden fuertemente a imágenes aún más inquietantes como la muerte o el suicidio.
“Hate To Feel” tal vez sea el ejemplo más claro de que Alice In Chains es una banda que intentaba aportar innovación al género marcado por esos riffs de ¾ y esa magnífica progresión de guitarra. Las capacidades técnicas de los componentes por aquella época eran geniales, cada uno aportaba casi igual su potente experiencia musical reaccionando con cambios rápidos en las canciones de manera muy eficaz y eficiente. Evidentemente el mayor elogio recae en la fuerza Staley/Cantrell, y esa creación de ambos en una atmósfera premonitoria y oscura. Son muchas las veces que prácticamente van cogidos de la mano, armonizando muy bien las voces con el resto del sonido instrumental de la banda.
“Down In A Hole”, “Sickman” y “Rooster” confirman el poderoso trío y los mejores minutos que contiene “Dirt”. Entre cartas de suicidio, viajes en ambulancias después de una buena sobredosis y canciones dedicadas al padre de Cantrell y su andadura por la guerra del Vietnam, se muestran los minutos más brillantes de toda la discografía de la banda dejando momentos únicos y a la postre, historia para el género de Seattle.
Poco más se puede añadir a este monolito de fatalidad y tristeza, tal vez un trabajo que se erige como uno de los estados musicales más grandes de la música moderna. No hay duda de que los nuevos discos con William DuVall son realmente buenos, muy dignos de esta segunda época de Alice In Chains pero uno jamás puede imaginarse un nuevo disco de la banda que sufra el mismo impacto que causó “Dirt”. Sin duda el trabajo más recordado de la mítica formación.