Crónica Bala + Afilador (Wurlitzer Ballroom, Madrid)
A día 19 de Mayo se hace cola frente a la Wurlitzer Ballroom, en otra interesante fecha ofrecida por el circuito de conciertos de Sound Isidro. Es una cita perfecta para conocer la música más cruda que se engendra en las vanguardias musicales de nuestro país. Por un lado, Afilador, trío madrileño de propuesta ruidosamente incatalogable; y por el otro, BALA, un dúo gallego no apto para tímpanos delicados. La noche empieza fuerte.
Con una asistencia generosa en la Wurlitzer, un buen indicativo de que la propuesta del Sound Isidro pone una brújula a la melomanía, comienza Afilador un poco más tarde de los horarios planteados por redes sociales. Definir a Afilador es complicado. Creo que es mucho mejor atreverse a ir, escuchar su música, juzgar por uno mismo. O mejor aún, no juzgar, para no complicarse. Digamos que Afilador es como un laboratorio de un científico loco, y en cada bote de formol guardan una canción. Cada pieza es como un experimento que resulta incomprensible para oídos primerizos con su sonido. Destapan uno a uno cortes estridentes que corretean por la pista entre una asistencia que no sabe muy bien que es lo que tienen frente a sí. Afilador es un grupo que no conoce asentamiento en sus canciones, que no dan tregua, que mantienen una tensión escandalosa. Los temas son cortos, son directos, te sueltan un tortazo y se van. Quizá la guitarra estaba demasiado alta con respecto a la base rítmica, pero un nombre de banda así, quién se atreve a cuestionarlo. Yo desde luego no. A mí me sonaron fantásticos, me pareció que su fusión totalmente excéntrica de géneros noise, pop, punk y rock, y bastante post, es algo fresco. Sonido flamante, pero complicado de comprender. La asistencia no pareció entender en qué consistía el juego. De todos modos, quién podría comprender las pizarras del laboratorio, repletas de símbolos desconocidos. Creo que los músicos de Afilador son los primeros que han de confiar, valorar y enorgullecerse de su ácida y estrafalaria creación. La primera vez que los escuché, no entendí nada. Sin embargo, concierto tras concierto creo que ya voy pillando el punto a la condensación explosiva, a las estructuras de un dinamismo hipersónico y a ritmos desbocados. Como una afilada hoja que corta diametralmente las concepciones tradicionales y naturales de canciones, emana música que no has escuchado en tu vida. Afilador es una experiencia. Una experiencia de las raras. Pero de esas que te enganchan.
A medida que pasan los años, parece que el concepto de dúo musical está asentándose como una fuerte categoría en las formaciones de banda. Desde Galicia nos llega uno de los dúos más bestias que debe haber sobre la corteza terrestre: Bala, el afrodisíaco más potente de Apolo. Hace poco más de dos semanas, esta formación de dos amazonas del ruido estaba repartiendo leña en Japón nada menos. Los pogos que hubo durante el concierto del dúo gallego fueron inhumanos, salvajes. Echaron la Wurlitzer abajo. No les hace falta nada más que una batería y una guitarra para construir enormes montañas rusas de temas, junto a sus voces para marcar la velocidad. El ambiente se fue caldeando rápidamente y en seguida comenzó a ebullir el público en el headbanging que merecían las canciones. Todo rápido y potente, con un sonido envolvente sin necesidad de las cuatro cuerdas, consolidan un sonido a través de desarrollos cuyas estructuras saben dónde encajar los golpes de poder. No se pudo resistir más y a la tercera demostración de fuerza, solo había empujones de rabia frente al escenario. El núcleo del proyecto sin duda se sitúa en una esencia rabiosa, de ira ciega y gritos que amenazan. No demuestran ningún interés en frenar esta escalada ambiciosa hasta planos superiores de violencia, por lo que el concierto íntegro se puede encasillar en un cruce consistente de rock y punk muy duros. En fases más sludge se da un respiro a la audiencia. No por mucho tiempo, ya que en seguida vuelven a romper con el frenesí grunge que caracteriza a la música de esta propuesta. Interpretación brutal por parte de la percusión, sustituyendo allí donde caería un plato con un berrido que cruza un micro lleno de distorsión. Una guitarra que no se interesa por el escaparate técnico, no se entretiene en solos o punteos, sino que revienta riffs machacones. Y así, estrellando los cuerpos de sus fans unos contra otros, fueron viniendo los temas en un huracán de energía desbordada, tanto de su trabajo debut “Human Flesh”, como así material de su última creación “Lume”. El bis era necesario y así fue concedido. Conciertazo de principio a fin. Quién tenga oportunidad de ver a estas dos bestias en acción, que vaya con la idea firme de salir con un par de moratones en el cuerpo. La capital acaba de ver una verdadera promesa del rock duro, que rompe esquemas y fronteras por la fuerza.
Crónica: Aston Wirz
Fotos y vídeos: Káiron Vinicius
Promotora: Sound Isidro
Sala: Wurlitzer Ballroom
Fecha: 19-05-2017