Crónica Ghold + Lazharus (Wurlitzer Ballroom, Madrid)
Aún con un zumbido inusual en el oído izquierdo, procedo a mi labor de recoger en este artículo el alegato estruendoso que tuvo lugar el pasado martes día 28 de Febrero en Madrid. Nooirax Producciones, organizando esta conferencia del ruido, escogió a dos ponentes de fulminante faena: los experimentales madrileños Lazharus, y el odio mesozoico de Ghold. Una noche desplazada en mitad de la semana, que en su inusualidad radica la esencia, que no deja indiferente al osado que acude.
Es difícil poner palabras al vertiginoso estrépito que calcula el proyecto Lazharus en su show. Una vorágine de sonido, un torrente de ruido que produce un desencaje neuronal y trastoca la percepción de la armonía, emana de tres músicos que con sus cacharros en plena pista hacen desbocar al mismo universo. Diabólica es la percusión electrónica en mareas vivas que encuentra la confluencia con un bajo catacúmbico, abrochado por un núcleo vocal que trepana hasta el cráneo más duro. Lazharus se pasaron su bolo dibujando una realidad distinta en una sala de siempre, la Wurlitzer Ballroom. Los temas, que más que temas, acaban por resultar en fragmentos de una gran colisión planetaria, no son aptos para todos los públicos. No se puede racionalizar un sonido así, uno tan solo puede dejarse llevar por esta energía sobrenatural. Una vez que la lógica se rinde ante esta muestra de infinitud, los cabos parecen comenzar a atarse, y el amasijo de ruido entabla las más diversas formas. Las voces transgrediendo efectos, uno tras otro, la percusión bailando a velocidades mutantes, hacen que el bajo sea el único recodo de mínima coherencia terrenal a lo que uno se puede acoger. Una propuesta musical complicada de llevar a cabo, y más aún de ser comprendida, pudiendo ser confundida con estridencia absurda. La propuesta de Lazharus es corrosiva con las concepciones naturales. Si tus oídos son lo suficientemente valientes, Lazharus tocará el próximo 28 de Marzo junto a Wolf Eyes en la Sala Sol. Yo después de esto, ya no tengo nada que perder.
Continuando con esa deshumanización del oído, se subieron al escenario los británicos Ghold con su delirio en estampida. Presentando su último trabajo de su abyecta carrera, “PYR”, este trío pusieron sus manos sobre los instrumentos mágicos, y aferraron con fuerza ese inicio preparatorio de los tan bien escogidos Lazharus como teloneros. La noche se volvía cada vez más oscura y cañera, por caminos adimensionales cargados con un ardoroso fondo de esencia Melvins. Para escuchar y disfrutar a Ghold, imagino en mi más humilde opinión, que hace falta una buena antología de música alejada de la certidumbre en el coco. El duplo bajo y guitarra creaban un canon esperpéntico que a luz de una batería aporreada con vigor, arrasaba con un público postrado en el suspense. Doom cargado de noise, tempos lentos, cuadraturas extrañas, cambios inesperados, ignominiosas estructuras con infames líneas de voces… Sin embargo, dentro de toda esta vileza, el ritmo se impone, y es cuando el sonido hace vibrar a la sala, la fricción se crea y el pogo nace en la radiación de semejante demostración desmesurada. Joder, a mí se me hacía imposible resistir el movimiento que me poseía en temas con desarrollos tan largos, frenéticos y que jugaban tan bien con una angustiosa tensión. Esta música hace que se te desprendan toda aquellas baladas de pop, roces de cebolletas latinas, o cursiladas indies que se aferran a ti como parásitos. Un concierto demasiado corto a mi parecer, pero corte tras corte, el reinado de Ghold se impuso con soberbia brutalidad y vehemencia ocultista.
Así fue, la palabra está escrita, y esto es lo más cercano a una descripción de una noche tan singular. Lo más parecido a una experiencia como esta, el próximo día 28 de Marzo en la Sala Sol, Lazharus con Wolf Eyes. Llevad tapones.
Crónica y fotos: Aston Wirz
Vídeos: Live Maniacs
Promotora: Nooirax Producciones
Sala: Wurlitzer Ballroom
Fecha: 28-02-2017
Acojonante todos estos muchachos, venga y venga a hacer ruido como si no hubiera mañana. El volumen de los Ghold, me recordó al capitulo de los simpson, cuando están en l cine y el sonido THX hace sangrar los oídos.