Crónica Kristonfest, Jornada II (Santana 27, Bilbao)

Kristonfest 2016

 

 

Amanece Bilbao con el mismo cielo gris amenazante de los mejores tiempos del amigo Noé y su arca, pero la temperatura es perfecta, así que dado que la segunda jornada no da comienzo hasta las ocho de la tarde, qué mejor opción que desafiar a las posibles inclemencias y juntarse con amigos para hacer un poco de turismo por la preciosa costa vizcaína. Resulta encima que al dios del trueno le da solo por amenazar, así que al final se queda un previo de rechupete al festival. Visitamos sitios alucinantes y acabamos dándonos un homenaje (que no solo de música se alimenta el ser humano) en un asador de Mundaka de cuyo nombre no quiero acordarme. Y no porque no lo gozáramos, todo lo contrario, sino porque desde aquí me atrevo a recomendar no ingerir semejante cantidad de exquisiteces culinarias de tal magnitud si después piensas acudir a un concierto.

A punto de salir rodando por alguna de sus calles, tomamos el bus de vuelta a la capital, afortunadamente con el tiempo justo para no parar y acudir directo a la sala Santana 27. Porque si me llega a sobrar tiempo y me siento a reposar diez minutitos me hubiera despertado más o menos a la hora de acudir a la edición del Kristonfest del año 2017. Esta vez ni metro ni la madre que lo trajo. Un buen paseo para bajar la hinchazón y llegar justo a la hora y lugar indicados habiendo bajado la comida lo justo para no tener que entrar de lado por la puerta o haber tenido que pedir la ayuda de los miembros de seguridad (por cierto encantadores en contra de lo que uno se suele encontrar por ahí) para conseguir entrar por la puerta a base de empujones.

Miro el reloj y faltan cinco minutos para que empiece la fiesta. Me encanta que los planes salgan bien. Ya a esta hora me encuentro con más presencia de público que el día anterior, supongo que por el tirón de Wolfmother y el tiempo que hacía que no se dejaban caer por estos lares. Pero quedaban muchas sorpresas antes de ellos. La primera de todas, la única desagradable del fin de semana, la suspensión del concierto de Electric Citizen. Al parecer problemas con la furgoneta que debía trasladarles les impedían llegar a tiempo. Aventuras y desventuras de un músico en la carretera. De estas anécdotas podrían surgir toneladas de enciclopedias. Una jodienda, hablando en plata, porque me apetecía mucho verles, pero me consuelo con que en Octubre les veré (furgoneta mediante) en otra de esas aventuras viajeras a las que estoy malacostumbrado.

Inmediatamente saltan a escena Carousel, grupo norteamericano a los que era la primera vez que tenía la oportunidad de ver y que ofrecieron un señor concierto de rock and roll de auténtica factura. Me gustaba lo poco que había escuchado de ellos pero me convencieron mucho más en vivo a base de una propuesta clásica aderezada con toques stoner y cierta psicodelia en sus temas más largos. Cuentan los de Pennsylvania con dos discos de larga duración, “Jeweler´s Daughter” y “2113”, y de ambos fueron intercalando temas que hicieron de sus 45 minutos de actuación una sesión altamente disfrutable. Semi-desconocidos para mí y seguramente para bastantes de los asistentes, creo que se nos metieron en el bolsillo con facilidad. Un gran bolo para dar comienzo a una jornada que acabaría resultando tan genial como la anterior. Ahora toca hacer los deberes y repasar con calma las dos obras de esta gente, porque por lo mostrado en el escenario, calidad y cantidad van juntas de la mano en su caso.

Esos mismos deberes no me hacían falta con los italianos Black Rainbows, de los que tengo sus lecciones bien aprendidas desde que los descubrí hace ya algunos años. Solamente me quedaba una asignatura por aprobar: verlos en directo. Gracias al Kristonfest pude tachar otro ítem más de mi lista de “pendientes”. Desconozco si es el hartazgo a zampar que me metí pero yo diría que los de Roma nos ofrecieron el mejor concierto de la noche. Sin desmerecer en absoluto ni lo anterior ni lo que estaba por venir, pero es que eso ya lo intuía por experiencias previas. Amén de varios splits, ya nos llevan deleitando casi diez años con tres discos geniales, siendo su última oferta al mercado, “Stellar Prophecy” (reseña aquí), la culminación perfecta a esos años de dedicación y devoción por su interesante propuesta.

Black Rainbows Live Band_opt

Foto: Luis Montero (Play Loudness)

 

“Electrify”, “The Prophet”, “Hawkdope”, “No Fuel No Fun”, etc. fueron cayendo una tras otra interpretadas con enorme maestría por el trío romano, que con su mixtura de hard rock retro y stoner consiguen platos en forma de canciones que poco tienen que envidiar a los que preparan los grandes cocineros que ha parido la tierra vasca. Ese último disco es una prueba de a dónde te puede llevar el persistir en lo que crees y los halagos que está alcanzando en todas las publicaciones y webs especializadas en este tipo de sonidos no son casualidad ni flor de un día. Si además lo rematas con una interpretación en vivo como la que tuvimos el privilegio de presenciar, miel sobre hojuelas. Bolazo de los de tomar nota el que se metieron entre pecho y espalda Black Rainbows. Solamente queda poder disfrutarles en una actuación completa, porque los cincuenta minutos que estuvieron sobre las tablas de la Santana se hicieron extraordinariamente cortos. Banda de las de tener en cuenta.

Para heavy psych el que practican los norteamericanos Elder. Poco más puedo escribir de ellos que no se haya escrito ya. De hecho yo mismo perpetré hace bien poco unas palabras dedicadas a su excelsa actuación en el reciente Desertfest de Berlín (crónica aquí) que tuvieron a bien publicar los compañeros de esta querida página. Van “sobraos”, que no “de sobraos”, que es muy diferente. Y van así por la vida porque a base de componer temazos y defenderlos a capa y espada en cualquier garito mugriento del planeta durante años, han conseguido lo que debían ir buscando y este pequeño reducto musical por fin les ha reconocido. Porque me repito como la cebolla cuando me pongo de rodillas ante esa obra maestra que es su último álbum “Lore” (reseña aquí). Y no debo ser un tipo excesivamente raruno, porque ante él, todo bicho viviente amante de estos sonidos intrincados se ha rendido a sus pies. Y sobre todo porque encima de un escenario lo bordan.

 

Con un setlist prácticamente calcado al que pude ver en la capital alemana y que apenas comprende 6 o 7 temas que no puedes más que admirar y a los que rendir pleitesía. Elder llevaban tiempo entre nosotros pero ya han venido a quedarse definitivamente. Sobria puesta en escena que se basta y se sobra para encandilar a los más escépticos. Esos largos desarrollos instrumentales adornados con breves notas vocales (que sigo diciendo de todas formas que tampoco son necesarias) no están al alcance de cualquiera y solamente unos cuantos elegidos son capaces de transmitir tantas sensaciones distintas condensadas en tan poco tiempo. Uno de esos conciertos de “Veni, vidi, vici” tallado con mayúsculas en plaqueta de mármol a base de pico y pala. Difícil van a tener superar su reciente obra, pero por lo visto este día, si hay alguien capaz de lograrlo son ellos. Atentos estaremos.

El plato fuerte de la jornada era el retorno de Wolfmother, aquella banda que revolucionó el panorama del rock and roll cuando hace ya ni más ni menos que once años publicaban ese disco homónimo que cautivó a propios y extraños. Catapultados por el éxito de “Woman” (temón donde los haya por mucho que se haya escuchado hasta la saciedad), los australianos se facturaron un puñado de canciones en un primer álbum que para sí quisiera toda banda novel: “Colossal”, “Pyramid”, “White Unicorn”, “Dimension”, “Where Eagles Have Been”  (todas ellas sonaron a lo largo del show) y así hasta completar un lanzamiento que no tiene desperdicio del primer al último segundo. Sus constantes devaneos en la formación, largos parones que parecían el final del grupo, un segundo disco que aún conteniendo tres o cuatro grandes canciones quedaba bastante por debajo de su debut y así hasta completar un largo etcétera, parecía haber acabado con la carrera de una de las formaciones más interesantes surgidas en el panorama más puramente rockero. Hace un par de años, “New Crown” (reseña aquí) supuso un pequeño atisbo de recuperación pero hemos tenido que esperar once años para recuperar a los Wolfmother que todos quisimos en su momento.

Obviamente para gustos hay colores, pero con “Victorious” creo que han vuelto a la senda que nunca debieron abandonar. Faltarán los cañonazos de su primera obra, pero temas como el propio “Victorious”, “Pretty Peggy”, “City Lights”, “The Simple Life” o “Gypsy Caravan” recuperan buena parte de la esencia perdida por el camino. Al fin y al cabo, éste siempre fue el proyecto de su indiscutible líder, Andrew Stockdale, alma mater de la banda como prueba el hecho de que en este último disco grabase él todos los instrumentos salvo la batería. Quizás por eso el álbum se llama como se llama. Como si el propio Stockdale hubiese sentido que había salido del pozo del olvido y quisiese cantar victoria. Y así se nos presentó en Bilbao, con ganas de demostrarlo, acompañado por dos pedazo de músicos al bajo y a la batería cuyo nombre desconozco porque con tanto cambio y a mi edad, ya me pierdo. Lo que sí sé es que no se dedicaron a ser meros comparsas del jefe, escondiéndose bajo sus alas, sino que complementaron una gran actuación a su lado.

Wolfmother Live Band_opt

Foto: Luis Montero (Play Loudness)

 

Se le puede poner algún pero, como algún excesivo parón entre tema y tema o algún que otro problema de sonido en determinadas canciones, pero lo que vimos fue lo mismo que ya había vivido dos veces con anterioridad: una de ellas en un lejano Azkena Rock Festival en el que el atractivo principal eran Pearl Jam y algo más tarde en la mayor intimidad que te proporciona una sala pequeña como la madrileña Arena. Un concierto de Wolfmother es una fiesta a estas alturas de la película y como tal hay que tomárselo. No hace falta escudriñar hasta el último detalle para ponerle pegas ni buscarle el cascabel al gato. Stockdale no es tonto y prepara un setlist en el que alterna bastantes temas de su último álbum con detallitos de sus dos obras previas y la práctica totalidad de los éxitos de esa primera entrega tan recordada por todos. Por eso la sala alterna cierta relajación en determinados temas, cual felino agazapado esperando su presa, para darlo todo desde que suenan los primeros acordes de todos esos temas que todos queremos escuchar. Así, como quien no quiere la cosa, se pasó volando una hora y media que concluyó con un “Joker & The Thief” que desató una enorme ovación entre el público que, a diferencia del viernes, sí llenaba la sala en este sábado. Una vuelta al pasado y al mismo tiempo una esperanzadora mirada al frente.

Y así concluyó la quinta edición de un festival que parece más que asentado y que dado el nivel de los grupos concurrentes a lo largo de estos años, la gran organización y el perfecto emplazamiento en el que tiene lugar, no podemos más que esperar sentados delante del ordenador a que empiecen a soltar prenda de lo que ya deben andar masticando entre bambalinas. Que sí, que soy un “ansias”. No es que falte mucho para eso, es que es prontísimo, pero es la sensación permanente que me deja este festival año tras año: salir de Santana 27 caminando hacia la parada de metro pensando: “¿cómo coño van a mejorar estos cabrones el cartel de este año?”. Lo mejor de todo es la respuesta a esa pregunta: no sé cómo lo hacen pero siempre lo consiguen. Hasta el año que viene, Kristonfest.

 

Vídeos Carousel;

 

 

 

 

 

 

Vídeos Black Rainbows;

 

 

 

 

 

 

 

Vídeos Elder;

 

 

 

 

 

Vídeos Wolfmother;

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Crónica: Jorge Iván Delgado López

Fotos: Dena Flows y Play Loudness

Vídeos: Jorge Iván Delgado López

Promotoras: Noise On Tour

Sala: Santana 27

Fecha: 14-05-2016

 

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