Crónica Minami Deutsch + OnOtO (El Perro, Madrid)
Con muchas expectativas me dirigía a la sala “El Perro” preparado para disfrutar de la música de los japoneses Minami Deutsch, y su música kraut-psicodélica. Con la idea de que sería un concierto íntimo, con poco personal, debido a la amplia oferta musical de la noche madrileña, y el desconocimiento de esta banda por parte de la gente. Mi primera sorpresa fue al llegar a la sala. Media hora antes del comienzo del concierto, los alrededores estaban llenos de gente esperando la apertura de la sala, lo que me hizo pensar que igual estaba equivocado en cuanto al público que iba asistir, y seguramente no iba a ser uno de esos conciertos en que estamos cuatro gatos delante de una gran banda.
Abriendo la noche estaban OnOtO, dos tipos sobre el escenario con una mesa llena de artilugios y cables que comenzaron a dar ambiente a la noche con sonidos electrónicos machacones, minimalistas, hipnóticos, bajo una leve luz roja que dejaba entrever solo sus sombras encima del escenario, y que incluso alguno de sus asistentes no se percató de su presencia, pensando que lo que escuchaban era la propia música de la sala como ambientación al comienzo del show.
Tras OnOtO, llegaba la hora de Minami Deutsch, banda beneficiada de los sonidos del krautrock alemán de los primeros setenta con bandas como Guru Guru, Amon Düül, Neu, y especialmente Can, de su paisano Damo Suzuki, absorbiendo también las enseñanzas de grandes de la escena psicodélica japonesa de esos años como Shinki Chen, Yuya Uchida O Kuni Kawachi, así como de otro de los gurús de la psicodelia y la experimentación como Kawabata Makoto.
Con la sala prácticamente llena de público, dieron sus primeros acordes en esta ocasión bajo una tenue luz azul. Casi en penumbra y presididos por Kyotaro Miula y Taku Idemoto, sus dos guitarristas, dejando un segundo plano para Masahito Hilu Robin Goda a la batería y Keita Ise al bajo. La ácida sesión comenzó con instrumentaciones psicodélicas, a través de largos pasajes perfectamente ejecutados con calma, con momentos menos experimentales de los percibidos en su disco y mucho más cercanos a sonidos de sus compatriotas Kikagaku Moyo, (compañeros en el sello Guruguru Brain). Temas en los que incidían en la versión más lisérgica de la banda, unos sonidos dulces, agradables, que por momentos se enturbiaban y se llenaban de energía, pero nunca de una forma estridente. Cálidos pasajes vocales, dulces, salían ocasionalmente de los labios de Kyotaro que no hacía sino complementar en un segundo plano sus instrumentaciones musicales, sin demasiados protagonismos.
Temas que tras finalización recibían la merecida ovación por parte de una concurrencia que según avanzaba su show, se iban metiendo en lo más profundo de su bolsillo, con el consiguiente agradecimiento de los japoneses que veía recompensada su perfecta ejecución.
Si antes de acceder a la sala me sorprendió el numeroso personal que habían conseguido congregar, en su show me sorprendió que dieran rienda suelta a su faceta más psych, sobre su faceta kraut, está última algo menos asequible para ciertos oídos.
El concierto avanzaba y habían conseguido crear una ambiente entre los asistentes que se dejaban llevar por sus canciones. Atentamente disfrutaban de los escasos momentos en los que la voz era la guía, poniendo la poesía al cuadro musical que creaban. Todo esto, especialmente en la parte final del evento, intercalando temas mucho más experimentales, llenos de hipnotismo kraut, con un batería que conseguía poco a poco que el sonido golpeara sobre nuestras cabezas, pausada pero contundentemente, cual máquina de precisión.
Sí, de alguna manera nos encontramos ante un concierto de psicodelia tranquila, con momentos para la contundencia, con multitud de efectos de pedales que hacían que los propios músicos despertarán en un ímpetu que hacía que el sudor cayera sobre sus frentes y sus cuerpos se balancearan a ritmo de sus riffs, con momentos de fuerza impresionantes.
Profesionalidad sobre el escenario no exenta de grandísimas dosis para la improvisación, cuando Taku tuvo que sustituir una de las cuerdas de su guitarra, circunstancia ésta que pasó desapercibida para gran parte del auditorio que pensaba que se encontraba tocando sentado, sin que la ausencia de los sonidos de su instrumento enturbiara en modo alguno la interpretación musical del resto de la banda, hasta que rústicamente, a manos de un alicate, sustituyó la cuerda rota.
En los dos últimos temas de la noche, apareció su faceta más empírica, con potencia, hipnotismo, sonidos que magnetizaban a la audiencia, moviéndose según la orden dada desde el escenario a través de los altavoces, en esta ocasión bajo unos focos que habían tornado el azul por el verde. No hacían falta juegos de luces, lo importante era la música; que por sí misma había conseguido crear el ambiente deseado.
Llegó la hora del final, los músicos abandonaron el escenario y después de unos segundos volvieron al mismo para regalarnos su último tema, con un personal que no daba crédito, y decían…”pero ya? Que poco han durado!”
La hora de actuación sabía a poco, lo que es un claro ejemplo de que su concierto había sido del agrado de la concurrencia. Habían conseguido esa comunión público-banda tan de agradecer. Todo un lujo haber sido participe de un espectáculo sonoro como este. Una banda con grandísimo futuro y que sabe perfectamente de que va esto de la música desde la acera más underground. Sin ornamentos ni aditivos. MÚSICA! Y que es capaz de transmitir esa imaginación compositiva que poseen perfectamente.
Crónica y fotos: Roberto Lucas
Sala: El Perro De La Parte De Atrás Del Coche
Promotoras: Giradiscos, Altísimo y Octopussies
Fecha: 20-10-2017