Crónica Sonic Blast Moledo 2017 – “Epílogo”; Una visión global

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Microclima de pocos duros, calidad más que cantidad, muchas son las virtudes que se contonean en el Sonic Blast Moledo. Encarna una experiencia muy auténtica el motivo de su identidad, sinónimo de alternativo en muchas de sus facetas exclusivas.

Dirigido hacia el público que se entrega a las vibraciones subterráneas del stoner, doom, sludge y psicodelias, esta congregación anual de Moledo unifica el lado más macarra metalhead con el hipnotismo setentero. Un trance herético nos guía por senderos ignotos de la música. Sonic Blast es el lugar, la fisura espacio-temporal para escaparse al triángulo de las Bérmudas. La programación musical ha creado un concepto concreto este año de espeleología espiritual. Yo no soy capaz de buscar pegas. Tiene los mismos problemas de cualquier festival, aunque su organización está pendiente de su gente, escuchando sus quejas y ampliando los servicios y barras del recinto principal.

Sonic Blast Moledo está logrando ser un recóndito centro del género, un punto de mira para la lisergia reanimada que sumerge cada vez más oídos hacia las profundidades. Con resaca toca despedirse, aunque unas playas como estas hacen que nos planteemos quedarnos un par de eras viviendo bajo la lona en ese pinar.

Después de un fin de semana así, solo cabe empezar la cuenta atrás para la próxima edición.

 

 

Texto: Aston Wirz

Vídeo-Montaje: Káiron Vinicius

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