Ecos De Sabbath; Grand Theft – «Hiking Into Eternity» (1996)
Porque estamos ante una sección que la hegemonía de Sabbath es lo que cuenta, pero a veces, viendo de dónde agrandaron su leyenda las eternas huestes de Birmingham y ese inmenso firmamento de los 70, las ramificaciones se alargan de tal manera que en algunos casos, los ejemplos para esta sección pueden obtener direcciones musicales algo diferentes. En este caso, no hay que obviar la gran influencia de los británicos, y de esto, hay algo en lo que contar en la vida de unos músicos apenas reconocidos en aquellos tiempos como fueron los de Grand Theft.
Desde Washington, siguiendo el patrón de muchas bandas underground de por aquel entonces, sin apenas haber actuado en público y con un homónimo álbum registrado en 1972, “Hiking Into Eternity” es el posterior “compilado”, si se puede llamar así, que lanzó prácticamente 25 años después y dónde perfectamente se puede ver las muchas grabaciones de estos Grand Theft, confinados en esa sabiduría sonora que rinden culto a lo analógico, sin matices en su edición que recalcar.
Pura delicatessen directa desde el suburbio de los 70, del que más allá del legado de Sabbath en su versión más blues, si hay que virar, y mucho, la vista hacía los mejores Led Zeppelin o incluso la vertiginosidad por momentos de MC5.
Diez mágicas pistas, cubren la mejor estampa del heavy psych de los 70, y básicamente la vida musical en un alto porcentaje de todo lo que dio de sí Grand Theft. Infravalorados por muchos, otro tesoro escondido de los 70 que sale a la luz para muchos en el día de hoy por medio de secciones como esta, las mismas que basan sus doctrinas es la estirpe más tradicional llevando un equilibrio y la importancia de las bandas actuales que reseñamos durante el resto de semana, en sus principales y más directas fuentes de alimentación provenientes desde la comuna liberal de los 70.
Sí, Grand Theft son otras de esas figuras para remarcar la larga historia del noroeste norteamericano. Desde Seattle, todo lo que ha procreado su provechosa escena, pasando por la inolvidable zurda que hacía cantar a su Stratocaster, sin olvidarnos de Heart, The Sonics, hasta remontarnos a los 90. Washington y sus alrededores siempre han mostrado porque son una de esas esquinas del mundo con una de las mejores cadenas de montaje. Una neuralgia como mejor movimiento que va desde Seattle hasta Washington. Hay mucha historia entre ambas líneas.
Las curiosidades vienen cuando el primer nombre de la banda venía siendo como el archi-conocido nombre del videojuego Grand Theft Auto, también conocido simplemente como GTA. Con esto y el encantamiento de esa pequeña Mercer Island en medio del lago de Washington, dónde surgirían estos músicos, llevando esa explosión de rock, mezcla 60 y 70, y con fuentes de inspiración por su parte que podrían ir desde Sabbath, Led Zeppelin, fundamentales en este caso cuando se escucha el disco, The Who, o guiños a Grand Funk.
En una banda reacia para los directos (rechazaron una gira norteamericana y solo tocaron dos veces en vivo), ellos mismos decían que su sonido era demasiado complejo para ofrecerlos sobre los escenarios. Su única misión, era su diversión entre ellos y las muchas grabaciones surgidas de aquel sótano de Mercer Island. Y pensar que venían de un proyecto paralelo llamado Bluebird, y donde esas mezclas entre los Beatles y el country norteamericano sentaban las primeras bases de estos músicos, serían con Grand Theft dónde se liberarían las cadenas para darnos uno de los mejores homenajes zeppelianos. Toda una locura sónica para empaparnos de sus mejores riffs, disfrutar por momentos cuando se llega a ese caos instrumental, o la presencia de algunos temas dónde los norteamericanos demuestran sus muchas virtudes.
“Hiking Into Eternity” es un álbum que tal y como descubre su título, vale su peso en oro para la perpetuidad de los 70. Uno de esos grandes y más escondidos tesoros compilados de los 70, para disfrutar del corto pero prometedor legado que nos dejaron Grand Theft, en su corta existencia. Hoy en día, otra banda de culto para el rock pesado y analógico, que tanto hace brillar nuestros viernes como mejor banda sonora para el fin de semana.