Ecos De Sabbath; Necromandus – “Orexis Of Death” (1973)

 

Prácticamente apadrinados, recomendados y producidos por el mismísimo Tony Iommi, “Orexis Of Death” fue el disco debut de estos británicos denominados Necromandus, el cuál vería por primera vez su versión física más de 20 años después.

Sería el año 1973 cuando se grabaría este magnífico estreno de los de Cumberland a través de Vertigo y gestado en los famosos Morgan Studios de la misma capital británica. Hay muchas anécdotas que han transformado la vida de este “Orexis Of Death” entre muchas curiosidades, para empezar la versión alternativa titulada “Quicksand Dream” lanzada en el año 1991, unos 8 años antes de que su versión original definitivamente tuviera su primera aparición en el formato físico, ya que en su momento de concepción, la formación rápidamente se disolvió empezando por la salida Barry Dunnery de Necromandus. El guitarrista en sí fue famoso por su paso en multitud de formaciones como ELO Violinsky, Hammerhead y por supuesto su presencia, así como la del resto de la banda en el disco en solitario del propio Ozzy, “Blizzard Of Ozz” en 1977, pero la realidad es que su paso era fugaz y rápidamente acabaría desembarcando hacía otros proyectos.

Actualmente Necromandus existe pero con una formación muy diferente a la original comandada por el propio Dunnery, el bajista Dennis McCarten, la voz de Bill Branch y Frank Hall como batería. De hecho, este último es el gran superviviente para una formación que tiene al resto bajo tierra. En su recuerdo nos quedará siempre la marca progresiva, con tendencia al proto metal y algunos ecos al gobierno de Sabbath en este exquisito en su escucha, “Orexis Of Death”.

Algunos medios etiquetaron el sonido de Necromandus como unos Black Sabbath poseídos por el espíritu de Yes. Esta es una definición bastante acertada si nos metemos de lleno en la piel de “Orexis Of Death”, ya que esa diversificación entre estilos, con una clara connotación progresiva, se encuentra bastante presente en todo el redondo.

El rock progresivo de Necromandus bombea entre las corrientes más pesadas, la sección rítmica entre Hall y McCarten es brillante y definitoria a la gran producción del maestro Iommi. Suyo fue su trabajo más laborioso queriendo sacar todo un cúmulo de detalles para elevar el sonido de Necromandus como un material musical, no solo chocante y revelador para aquellos tiempos, también edificante en los muchos y más brillantes desarrollos mostrados en el ejemplar.

A todo esto también hay que destacar esas intromisiones al jazz en algunos momentos del disco, haciendo de este laberinto de ideas, un complejo atractivo por la gran ecuación esquemática que aquí se presenta. Cortes como “Homicidal Psychopath” dan fe de ello, en cambio los momentos de “A Black Solitude” son para el alarde de Dunnery a las 6 cuerdas dejando un gran repertorio. El trote Sabbath se puede ver en “Nightjar”, mientras que el mismo Tony Iommi contribuiría con sus actos más allá de la producción del disco, al implorar su destreza en el cierre que se presenta como canción principal del álbum.

Todo un virtuoso para disfrutar en esta señalada sección de nuestros viernes más nostálgicos que ha sufrido sus muchas reediciones, y que sin duda se convierte en un clásico para los coleccionistas del plástico universal.

 

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