Monolord – «Empress Rising» (2014)
Doom Metal / Stoner
A pesar de que aún falta que lleguen dos pesos pesados del género doom como son Electric Wizard y Sleep con sus nuevos trabajos para este año, es posible que en esta cargante lista de bandas ensordecedoras de placer se cuele un pequeño David entre tantos Goliath. Ellos son Monolord, una banda sueca lista para volatilizarte en mil pedazos a través de una distorsión celestial muy en la línea de sus vecinos Demonic Death Judge. Sin darnos cuenta hemos nombrado ya 3 bandas que resumen el pasado, el presente y el futuro de un estilo tan lascivo como es el doom.
“Empress Rising” es el nombre elegido para su nuevo retoño demoniaco salido desde las mismas entrañas del averno. Esta espeluznante bestia pesada se compone de 5 largas piezas asfixiantes para el respetable a la música más oscura. Los nórdicos Mika Häkki (bajo), Thomas V. Jagger (voz, guitarra) y Esben Willems (batería) formaron este nuevo proyecto el año pasado y aquí tenemos su flamante debut compuesto de manera majestuosa como si de unos veteranos de la especie tratáramos y en tiempo record.
Tengo que reconocer que jamás había escuchado ni un solo adelanto de estos tipos y sin darme cuenta los tengo en mi radar de busca y captura. Ahora que he saboreado con un par de escuchas este LP, puedo asegurar que dentro de su estilo les garantizamos que estamos ante una de las sorpresas del presente año.
Retumbante fuzz y un método pesado de gama baja son las principales y nada sorpresivas características del género para esta nueva banda. Cubierta por una enorme capa de psicodelia, “Empress Rising” inyecta la adicción al tri-género doom/stoner/space creando esa mezcla de pesadez trippy totalmente alucinógena.
Tres cuartos de hora nos esperan por delante desde que le damos al play al corte inicial del mismo nombre que el disco. Doce minutos que nunca podían haber tenido mejor comienzo con ese abridor de latas suavemente recorriendo las vísceras de tus entrañas y la posterior descarga asonante de pesados riffs con la lenta introducción de más elementos que se van añadiendo a lo largo de un corte magnífico para comenzar.
No hace falta preguntarle a cada uno de los componentes de la banda para comprobar que la influencia más directa que puede tener el sonido de Monolord sean discos como el “Jerusalem” o “Dopethrone”. Muchos encontrarán bastantes similitudes y quedarán gratamente impresionados al ver en uno de esos álbumes su fácil acercamiento.
Ante tanto espectro sonoro es normal que uno se sienta tan diminuto en el centro de “Empress Rising”. La desagradable y orgásmica “Harbinger Of Death” valga la locura de cualquiera, tiene un riff central que suena de lo más clásico. La voz de Thomas reverbera al abismo negro universal empapado de una mantra apoteósica justo para no despertarte del particular recuerdo soñador que nos dejó aquella canción de más de una hora llamada “Dopesmoker”. “Icon” te despertará de tu hipersueño con una buena cosecha de riffs aplastantes. Mención especial en este corte para el baterista Esben que se marca un ritmo hipnotizante a mediados del tema para sucumbirte a su particular espiral de voces en eco que emergen del polvo, el tiempo y el espacio.
La combinación de malas hierbas, incienso y esa mezclas de nubes de polvo te definen a tu alrededor cual tormenta has tenido que soportar durante más de 35 minutos. Entonces la final “Watchers Of The Waste” te da la sucia bienvenida con ese riff monstruoso que emerge desde las profundidades del abismo musical de Monolord. Una de las partes más bestiales del disco despierta en este pedazo de cañón en homenaje al doom/stoner más asfixiante. Un choque de grandes picos montañosos que te hará descender a lo más profundo de su gran mole, dónde nada tuyo puede quedar.
Boquiabierto sería la palabra más adecuada para descubrir esta losa de álbum. Monolord ha facturado un clásico del presente, una alimaña del género, un pedazo de debut que suena como cualquier estampida. Este peso pesado solo puede ser comparado a la brutalidad de “Blood Eagle” dentro del presente año. Todo amante al doom más clásico tiene la OBLIGACIÓN de escuchar este disco. Cuarenta y cinco minutos de auténtico banda sonora infernal así lo certifican.
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