Bell Witch – “Mirror Reaper”; Triste sinfonía de despedida…
Tal cuál como hicieron con su anterior “Four Phantoms” (reseña aquí), el prestigioso sello Profound Lore Records, se ha puesto manos a la obra con la nueva manifestación musical de Bell Witch que en los últimos meses han sufrido uno de los varapalos más fuertes en sus prácticamente 7 años de existencia.
La pérdida del batería Adrián Guerra, fue una de las más sonadas en los últimos meses, una formación como Bell Witch quedaba coja de esta manera y saltaban las alarmas sobre un posible final para una banda con una corta discografía, pero lo suficientemente provechosa como para gritar a los cuatro jodidos vientos, que ese arsenal que esconde, podría iniciar por sí misma la tercera guerra mundial.
Lo hecho, hecho está, y no hay remedio de dar marcha atrás, sino continuar en la batalla. Esto mismo se ha propuesto el bajista Dylan Desmond, que ha tenido que sobreponerse a las adversidades para que la música de Bell Witch no se apagará como la luz que se nos llevó al gran Adrián Guerra.
“Mirror Reaper” supone el primer disco de unos ahora renovados Bell Witch, que cuentan con Jesse Shreibman como nuevo fichaje a los parches. Tanto el percusionista como Desmond se embarcan en esta nueva aventura que se traduce a una de las heroicidades del año con este álbum que tan solo cuenta con una única pieza dividida en dos actos, rondando más de 80 minutos de duración.
Si lo que intentan es buscar un nuevo “Dopesmoker”, “The Cavern” o algunos de los tramos expansivos de Boris, pueden ir cerrando esta página y buscar en otro lado. No van por ahí los tiros en lo que concierne a lo nuevo de Bell Witch, gestado por la mano maestra del gran Billy Anderson para homenajear a su difunto compañero y que para la ocasión, han contado con Erik Moggridge, miembro honorario de la banda, quién colabora con algunas voces durante todo el trayecto de este oscuro “Mirror Reaper”.
Empezando por tener uno de los artwork más espeluznantes del año, diseño de Mariusz Lewandowski, “Mirror Reaper” abre el telón lentamente a través de una sólida pesadez en ese primer acto de más de tres cuartos de hora denominado “As Above”. Aquí arranca uno de los dos lados que escriben Bell Witch en su nueva epopeya fantasmagórica. Y es que es indudable negarse al encantamiento emocional que supone cualquiera de los viajes de los músicos de Seattle, una formación únicamente comandada a través de bajo, voces y batería, en formación de a dúo, quiénes para la ocasión, también viene acompañado de un Hammond B3 para darnos una estructura ciertamente diferente a “Four Phantoms” pero a la vez, con ese arquetipo implícito sobre esa bifurcación que siempre expresan ellos entre la vida y la muerte, algo más presente que nunca en la actualidad de la banda.
Esto es poesía para los mortales, la inmersión más profunda de Bell Witch en su existencia, llena de un sentimentalismo interior que simplemente eriza la piel como esa figura que sale del espejo y nos atrae hacía el otro lado con “So Below”, el cierre que marca la otra cara de “Mirror Reaper”. El otro perfil oculto tras el cristal, llevándonos a esos fantasmas que todos y cada uno llevamos dentro. Algo tan evidente como innegable a la hora de escuchar como ese bajo de 6 cuerdas de Desmond nos inunda de tristeza a lo largo de todo su trayecto, entrando en un bucle de melancolía lenta.
En realidad lo que tenemos es una primera parte mucho más expansiva, llevando ese crecimiento interior, con un mayor dinamismo para sumergirse entre diferentes voces guturales y marcas de batería. Y después nos llega esa cara B mucho más experimental, con la introducción del Hammond para marcar la atmósfera apropiada que siempre Bell Witch caracteriza en sus composiciones. Extraños susurros en forma de melódicas voces limpias de un sorprendente Desmond que prácticamente deja en segundo plano la batería de Jesse en “So Below”.
“Mirror Reaper” es la triste sinfonía que despide a su fundador, que ahora se encuentra en su descanso merecido. La tragedia se cebó con una importante banda norteamericana, de esas que ha tenido una gran repercusión en el ámbito, tal como fue la marcha de Adrián Guerra. El homenaje de su buen amigo Desmond, está a la altura de las expectativas, derrochando toda esa aflicción que dejo en el seno de la banda su marcha, y entregada en esta colosal pieza que marca otro de los récords para el género en cuanto a duración, composición y maestría.
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