Bitchcraft – “S/T”: Grande danse macabre…
Tal y como hicieran, e igualmente nos sorprendieran desde el otro lado del planeta los malayos Tinnitux (reseña aquí), esta vez nos centramos nuevamente en la amplia gama de surtidos del viejo continente, para descubrir el enésimo proyecto de fuerza destructiva proveniente de un país que ha dado muchísimo al género en los últimos años; Polonia.
Con el nuevo trabajo de Weedpecker a la vuelta de la esquina, como uno de nuestros primeros platos para 2018, ese amor por el stoner/doom más familiar visto en los últimos tiempos, siguiendo las técnicas del oscuro arte de las huestes de Dorset y guiados por una encandilada voz femenina, vuelve a seducirnos con el enorme debut de estos Bitchcraft.
Con la temática de muchos clásicos del celuloide de terror de las últimas décadas, este quinteto del oeste polaco, directo de la ciudad de Poznan, se convierte en nuestro monstruo que nos acecha escondido en el armario para hacernos pasar las noches más tortuosas.
Como ellos mismos citan, sus influencias más directas vienen a ser una mezcla perfecta de ideas entre el trinomio Wizard, Sabbath y Floyd, ahí es nada. Usando la fuerza del primero, la oscuridad del segundo y la demencia del tercero, este es el lote que nos lleva a la catarsis del homónimo debut de Bitchcraft, sin achantarse ante nada, construyendo grandes epopeyas que rozan casi los 20 minutos como esa primera pieza que abre esta danza macabra. “The Thing” entra en esa vorágine de riffs destructivos en bucle, como sentarse en medio del cono de un tornado de fuerza 5 y disfrutar del dantesco espectáculo. Una vez pasada la posterior hecatombe, somos testigos del paisaje más desolador.
Esto es básicamente Bitchcraft, ese crujiente sonido retroalimentado por la distorsión que emanan sus ancestrales riffs, como si se enfundará en la piel de los mejores Monolord. Así lo plasman en “Big Trouble In Little China”, siguiendo los mismos patrones de su tema inicial, dividiendo en dos partes este ejercicio de fuerza y contundencia, y con un cambio de ritmo infernal que se produce en su parte final. Sin duda los más acérrimos al estilo se derretirán por sus melodías.
La contribución a las teclas en un elemento fundamental dentro de esta descarga masiva para adoptarle el género más funesto, implorando esas pequeñas dosis de psicodelia que veneran en el ritual de Bitchcraft. Y aquí es precisamente dónde quería llegar, ya que los músicos más allá de engendrar a primera escucha ese espectro doom que generaliza su estilo, amplia los horizontes en este debut larga duración, mucho más que lo mostrado en aquel EP de 2013, rellenando esa perturbadora atmosfera de elementos que más desde el drone más ambiental, hasta segmentos más progresivos. Una gozada que crece con cada escucha.
Siguiendo entre bastidores en la brillante filmografía del maestro John Carpenter, “In The Mouth Of Madness” nos mete de lleno en el agujero de gusano que encuentran Bitchcraft a estas alturas del disco, traspasando el umbral galáctico que divide ambos firmamentos, levitando por el cosmos a la deriva, simplemente por la atracción de su órbita. Pieza in crescendo dónde los sintetizadores aportan esa chispa ideal para entrar en la demencia de este templo infrahumano.
Posiblemente con “Christine” tengamos la mejor oportunidad de descubrir el talento a las voces de su frontwoman, Pawel, que nos sirve de guía en esa oscura noche sin luna. Sin duda, estamos ante el corte más pagano del disco, dónde finalmente se produce ese rito ceremonial en lo profundo del bosque, sacrificando vidas humanas en esta aquelarre que llama a las puertas del infierno de Hades, dónde el principio es el fin y el fin es el principio, la exploración a la parte instrumental de la banda para sacar su mejor naturaleza espontánea y dejarnos en ese tramo central el gran alarde de su imaginario.
El debut de Bitchcraft es absolutamente magistral, tomando un poco de aquí y de allá como afirman sus influencias, la banda da un salto cualitativo con respecto a su EP inicial, y aquí nos llega mucho más madurados. El rodaje de los polacos en los últimos años, en sus muchos shows, diversos ensayos y sobre todo y digo sobre todo, el amor que sienten por el género, tiene sus frutos jugosos, comestibles e infecciosos, en esta mágica epopeya sombría de vientos ancestrales.