El largo escaparate sonoro de Plainride se abre con todo lujo de detalles en su última entrega 

 

Con cierto retraso la rítmica intratable de Plainride al más puro estilo Clutch nos deja uno de esos discos de electrificante y gratificante rock, con aroma a las barras y estrellas, que hacen de estos alemanes, dar un gran salto cualitativo a su carrera con su último y homónimo trabajo. 

A los de Colonia habíamos seguido la promo de este más reciente trabajo con sencillos como “Hour The Mûrmaki” (ver aquí), la posterior “Hello Operator” (ver aquí), o una primera e incendiaria “Sheperd” (ver aquí). Precisamente si miramos esta última pista sería a principios del 2021, tiempo suficiente para entender que Plainride ha trabajado meticulosamente y con tiempo de sobra para la puesta a punto de este nuevo álbum. 

Es verdad que la apertura “Fire In The Sky”, son muchos los momentos que avalan su fijación de los alemanes por los veteranos músicos de Maryland. Hay una larga influencia de ellos en el nuevo álbum de Plainride, y eso hace que su escucha sea divertida y poder disfrutar de 10 actos dónde los teutones ofrecen sus mejores galas con un rock empapado de ese blues con aroma a las barras de roble de Kentucky. 

El buen groove es el gran guía de este “Plainride” que ha llevado sus diferentes retrasos en su lanzamiento oficial, para un disco que en un principio se esperaba su llegada para finales de 2021 de la mano de Ripple Music. No fue así, y al final los alemanes han esperado el momento apropiado, arropándonos con esa diversidad de sencillos y presentándolo en hilarantes videoclips como los de “Hour Of Mûrmaki”. 

Bueno, más allá de atropellarnos a base de esa senda rock’n’roll, el disco también conserva momentos más intimistas como la propia “Wanderer” dónde se puede disfrutar de una atmosfera evocadora por parte de Plainride y una entrega vocal por parte de Max Rebel. A todo esto hay que sumar una larga lista de colaboradores para florecer el nuevo “Plainride” participando en diferentes canciones del registro. 

Sus muchas melodías implican momentos culminantes a lo largo de todo el disco, y el vigor de Plainride muestra sus partes más energizantes en “SOTU”, contrarrestando nuevamente esos matices con esos contrastes acústicos de “Siebengebirger”. La rítmica del disco deja momentos intratables, véase el caso de “Sheperd” en toda su vertiente más oscura o “Ritual”. El empuje de un buen blues también es otro de los factores a tener en cuenta en un disco como este, ejemplos como los de “The Lilies” dejan un gran manifiesto, abierto a las muchas prestaciones de la banda. 

Finalmente, pienso que la espera ha valido y mucho la pena, “Plainride” es un disco para las grandes citas. La vuelta de los alemanes tras el ya lejano “Life On Ares”, deja atrás los tiempos de los riffs más pesados y electrizantes, recogiendo el testigo de ese sabor más norteamericano en el que dentro de su reverberante y caleidoscópico mundo, tienen mucho tiempo para disparar la adrenalina en muchas direcciones, firmando un disco puramente estimulante, anclado por su diversidad de estados de ánimo. 

 

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