Gretel – “Proteo”; Vodevil ominoso…
Bajo las figuras más legendarias del doom de la vieja guardia y la teatralidad orquestada por el mejor manto de fuzz, nos llega este sorpresivo debut salido de las penumbras andaluzas y con componentes repartidos por la geografía del sur del país.
Desde este lado, un servidor aquí presente agradece la encomiable labor de Dani Audí de Discos Macarras, más allá del largo compromiso de este tipo con la escena estatal, existe también su profesionalidad a la hora de contribuir con diferentes proyectos, estén o no dentro de su roster y gratificando siempre con diversos detalles en cualquier envío.
Dejando este pequeño inciso de lado, Gretel nos posiciona en el híbrido perfecto entre las sagradas escrituras de Black Sabbath y la operística atmósfera de Uncle Acid And The Deadbeats. Un resurgir del 2019 a escala nacional para remover el infierno de Dante a las puertas prácticamente de destacar lo mejor del año.
Con este detalle y un arranque prometedor como este “Proteo”, aquel dios del mar en la mitología griega, abre esa gigantesca sombra en las composiciones de los andaluces. Estructuras que ante todo, mantienen un aire magnético, siempre bien dirigido por un pintoresco Manuel Albalat en las voces.
Lograda ambientación y muy conseguida en un redondo que rinde culto a los grandes clásicos de su estirpe, sin adentrarse en los diferentes meandros laberínticos y depositando en este caso, muchas trazas al proto metal de naturaleza primitiva setentera en sus diferentes aceleraciones. Dicho de otra manera, más allá del legado esencial escrito en la historia del mismo por las eternas huestes de Birmingham, estrofas memorables provenientes de los mundos de Buffalo, Dust o Cactus, aquí se esparcen ante un universo desolador que hace y bebe de muchas generaciones del heavy metal más oriundo.
¿Qué hace prometedor a este álbum? Un repaso por el crecimiento que ha llevado el género desde su origen, hasta su posterior metamorfosis evolutiva llevada a cabo en los últimos tiempos. Este escaparate tiene todo un recital de infinitas prestaciones en “Proteo”, alcanzando incluso los horizontes de los Metallica de los 90, y su siempre discutida época del “Load” o “Reload”. Ahí va esa pista llamada “Hambre”… no sé ustedes pero su riff es un alma gemela de “Fixxxer”, la pista que cerraba “Reload”. Con esto, y lejos de tildar a la banda de calcomanías, intento hacer entender el largo brazo progresivo de Gretel, dentro de sus muchas influencias para crear una atmosfera idónea entre el puente que une al doom más primerizo con el hard rock más eficiente.
Entrando en detalles del álbum, yo diría que “Proteo” es un disco que cumple las características necesarias para convertirse en la revelación que ellos mismos se proponen para el presente curso. Gozando de los muchos elementos que rodean al oscuro género, amén de ese Hammond que aporta profundidad en los esbozos de Gretel en pistas como “Vestigio” o la inicial “Metamorfosis”.
La nigromancia es su apellido, deslizándose en la mejor cátedra del doom y detonando temazos como “Laberinto”, dónde nuevamente sus vínculos con el hard rock, vuelven a hacer acto de presencia. La escuela Sabbath abre sus ojos en su cierre “Amanecer”, mientras que pistas como “La Gomia” solo agrandarán el credo hacía estos Gretel en un futuro a corto plazo, una de esas canciones que haría temblar los cimientos en las primeras obras de Pentagram.
Tal vez la única nota negativa del álbum sea algo más de falta de desarrollo en sus estructuras, muchas de ellas las piden a gritos cuando tienen en bandeja darle una profundidad abismal al firmamento proyectado por Gretel, pero las bases están cimentadas en un disco que clama a los 4 vientos una pronta continuación. Hay mucha madera aquí dentro, un álbum que apunta maneras con la etiqueta ajustada de llevar ese fuzz grasiento que combustiona las entrañas de Gretel. Llevando el factor sorpresa bajo el brazo para un servidor, consiguen una de las mejores revelaciones estatales de este 2019 como mágico arranque.