Motorpsycho y el encuentro balsámico de una fábula tropicalia como “Yay”
Es costumbre de estos genios de traernos siempre algún que otro disco dentro de una cita anual que se le considera ineludible. Necesarios en este aspecto dentro del underground internacional, larga es su discografía, poblada de una cuántica ejemplar que les hace uno de los mejores recursos del progresivo actual, y auténtica fuente de inspiración para con sus muchos colegas del sector.
Para este 2023, los músicos de Trondheim han querido desmarcarse un poco de su estética habitual y adentrarse en una perspectiva más intimista con el nuevo “Yay”. Su nuevo trabajo viene nuevamente por el sello Stickman Records y es la segunda de las 3 novedades a destripar hoy en el interior de nuestra puerta 235.
Bajo sus 10 divisiones, el nuevo “Yay” ofrece una nueva riqueza compositiva por parte de Motorpsycho de los que a estas alturas, ya nada puede sorprendernos de ello, pero eso no quita que cada nuevo trabajo suyo, sea otra aventura fascinante que llevarse a los oídos, y a partir de ahí, hacer volar nuestra imaginación bajo esa encantadora ligereza escondida en este nuevo álbum.
Sería precisamente durante el infierno pandémico, cuando Motorpsycho agitaría nuevamente su varita mágica para crear esta nueva fábula e inscribirla en una discografía sublime. Dentro de este decorado folk, siempre hay momentos para que esos pasajes progresivos, omnipresentes bajo las estructuras de Motorpsycho, o incluso sus recursos más psicodélicos, tengan el tiempo suficiente para entrometerse dentro de sus complejas ecuaciones. Parte de esto tiene la culpa la producción de Reine Fiske y Lars Fredrik Swahn, que han sabido sacarle todo el jugo a la música de Motorpsycho, en una nueva muestra de versatilidad a raudales.
En este caso, Motorpsycho se abre bajo marcas de duración más estándar, con bellos puentes acústicos como “Cold And Bored” o ese canto entre el folk y la psicodelia que nos dejó su avance “Pattterns”, u otras pistas similares como “The Rapture”. Mas atmosférico sería en este caso interludios como los de “Scaredcrow”, sabiendo jugar bien con la ambientación de “Yay”.
Mas compleja en este caso, y llevando ese instinto vanguardista de la banda quedan momentos como los de “W.C.A.”. Evidentemente aquí se presenta uno de los grandes condicionantes del álbum; su estupenda sección rítmica, orquestada por un fantástico Tomas Järmyr, llevando una rutina en “Yay” que finalmente desata su destreza en “Dank State”.
Mención especial para pistas como “Hotel Daedalus”, un punto y aparte a la tónica general del disco trayendo consigo la versión más reconocida de Motorpsycho, con toda la maquinaria engrasada. Una vitola zeppeliana para canalizar todas sus estructuras en la canción más larga del álbum. La parte final entre Bent Sæther y Hans Magnus «Snah» Ryan en sus mástiles es sencillamente espectacular como una de las grandes culminaciones de “Yay”.
Un derroche intimista más personalizado para la ocasión, nos hacen saber que estos extraterrestres del progresivo también saben hacer algo más que marcas progresivas dentro de su rock polarizado y con la llegada del verano, esa misma calidez se enfrasca en este exótico “Yay”, como otro logro más de una banda que asciende nuevamente para entregarnos otro ejercicio de gran belleza.
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