Red Eye – “The Cycle”; El tiempo que nos pesa…
Las ceremonias más ancestrales se unen a las vertientes más pesadas, prosperando como el tiempo que nos pesa, una frase que se puede ceñir a la perfección al concepto estilístico propuesto por la banda de Antequera, Red Eye.
Con ellos disfrutamos de uno de los debut más potentes registrados en los últimos años, desde las tierras del sur peninsular. Este vino bajo la senda de “Tales From The Days Of Yore” (reseña aquí) y ahora con “The Cycle”, parece que esa atmosfera atávica, reclama ese patrimonio sonoro en una banda como Red Eye, en continua conexión con los dioses del pasado, tal y como se muestra en su nueva obra.
El disco recoge una ambientación sobrecogedora, somos testigos en primera fila de que se ha cuidado con todo lujo de detalles cada elemento en “The Cycle”, y en base a estos principios se hereda una nueva fase a su semblante stoner/doom. Recalco sobre todo que hay que tener muy en cuenta todos los elementos que rodea el álbum y para esto evidentemente, Red Eye recoge toda esa estampa rodeada por los paisajes kársticos de El Torcal, para crear su propio paisaje sonoro megalítico. Transportándonos con sus vibraciones hacía ecos que llegan desde tiempos antiguos, muy en sintonía con titanes del peso pesado como son Sleep, a quiénes también mencionamos en su estreno como una de la grandes influencias de Red Eye, así como las ondas que despiertan semejanzas al universo de Yob.
Con todo esto, las nuevas creaciones de Red Eye penetran en sus principios hasta el centro de Andalucía para contarnos con todo lujo de detalles esta nueva fábula, cargada de tiempos lentos y una fórmula de fuerza bruta con su demoledor doom y su buena carga de distorsión. Eso sí, destacando para la ocasión una pequeña reforma en su alineación, reduciendo uno de sus componentes y pasando a ser un power trío que ilumine esa fantasía escondida tras el espectacular artwork reflejado en la cubierta exterior de Irene Zafra.
“The Cycle” se divide en 3 fases para darle cierto misticismo y muchísimos contrastes de relleno a toda esta historia cargada de una épica tan apabullante como cualquiera de sus riffs, y tan inquietante como la propia atmosfera que aquí se asienta. Hay que destacar el gran manejo de Red Eye en las canciones de tiempos largos y los desarrollos llevados en los mismos, ya que no todos son riffs, pero sí que emerge una fuerza sobrenatural dónde esos crecimientos hacen temblar la tierra con actos como “Gaderung”, llevando una intro armoniosa en sus primeros 4 minutos y desatando esa tempestad en su segundo acto. Canciones como “Beorg” o “Flyht” llevan ese patrón que insta a las hemerotecas del doom más tradicional, mientras que el dinamismo de la banda hace acto de presencia en una versátil “Morþor”, casi que ejerciendo con puño de hierro el largo abrazo de Red Eye con sus más familiares columnas de distorsión. El caso de “Tempel” podría ser una de esas piezas para establecerse como uno de los pilares de “The Cycle”. Todo parece cobrar un sentido en esta pista presentada como la más identificativa conforme al mensaje y la temática registrado en este segundo asalto de los malacitanos. En cuanto a su cierre, “Æsce” estalla en la faceta más drone de Red Eye, alcanzando vistas que pueden llevarnos a las llanuras desoladas de una marca como la de Sunn O))), todo un ejercicio experimental para rubricar está quimera del sonido pesado, como gran homenaje a aquellos tiempos de la edad de piedra.
Sobresaliente continuación de Red Eye, lista y dispuesta para coronar los puestos altos de la tabla que represente a las mejores obras de este curso. Más allá de una propuesta demoledora como fuera su estreno, Red Eye lleva con “The Cycle” hasta el núcleo de la existencia humana, y un desarrollo musical que está listo para jugar en las grandes ligas, solo que son muchos los que aún no lo saben. Un disco que invita a la reflexión y una jugada maestra por parte de unos Red Eye que definitivamente se asientan en su sonido, llevando una temática mucho más conceptual así como detallada en su nueva aventura.
