“Stone”, el poético mundo de Baroness
Como el primer álbum que deja los colores de lado en su título, no así sigue siendo en la espectacular cubierta exterior que nos vuelve a dejar su líder John Baizley como otro lienzo más para disfrutar de su destreza y su imaginario mundo artístico.
La sexta entrega de la banda de Savannah también coincide con el vigésimo aniversario de Baroness. Un largo camino habiéndole establecido por derecho propio en una de las autonomías del género dentro de ese estilo debatido en el sludge y estirado hasta los márgenes del progresivo. Una última extensión que de alguna manera se le ha puesto mayor énfasis con la llegada de sus últimos trabajos.
Obviamente se ha experimentado mucho en su sonido, y aunque siempre hayan llevado cierto respeto a sus principios, no es exagerado decir que este nuevo “Stone” tiene muchas partes para recordar a “Blue Record” o su posterior “Yellow & Green”.
Supongo que a medio camino entre ambos, parece que Baroness vuelve hacía atrás en el tiempo y nos devuelva justamente a una década anterior, siempre bien corroborado con ese factor elegante para tener una definición aproximada de lo que es “Stone”.
Digamos que el lado más poético de la banda se afianza en el nuevo redondo. Como uno de sus discos más flotantes, puedes notar la fluidez del mismo abrillantándose con esas connotaciones al sintetizador y llevando la estructura de esta sexta entrega a planos mucho más bellos. Precisamente y en base a este matiz, Baroness nos lleva por esa aflictiva corriente anhelada, en la que sus pasajes introspectivos presentan diversas reflexiones que aploman y con fuerza, una determinación que definitivamente hay que destacar en el nuevo álbum.
Los riffs de guitarra son como un amanecer, las melodías en sí parezcan el atardecer previo a recibir a nuestro gran satélite para iluminarnos en la noche, una noche en la que “Stone” reduce ese brillo y lo traduce a motitas de polvo alucinógena dónde se aclimatan conscientemente a otro de sus factores a destacar; la atmosfera parsimoniosa del registro.
Es un viaje que se disfruta en su totalidad, letras terrenales que siempre se inclinan desde el gran peso en la importancia de Baizley dentro de la ecuación. La perserverancia de “Stone”, como uno de sus grandes propósitos, así lo afirmaba la propia banda en las previas de su promoción y a partir de aquí se pone de manifiesto los muchos estados de ánimo del disco como estaciones que cruzan de un lado a otro. Canciones de mayor desarrollo como pueden ser “Magnolia”, “Shine”, “Last Word” o “Under The Wheel”, dejan entrever hasta dónde ha llegado la madurez de la banda y sustituirlo por esa palabra llamada experimentación.
Es cierto que vamos a un pasaje más floydiano en este nuevo “Stone”, pero hay mucho que recalcar en sus 3 primeros discos del mismo. Quizás es el empuje de ellos el que lleva a este “Stone” a sus partes más rocosas, pero el paisaje sonoro que deja en todo su contexto, es algo realmente purificador; desde la dualidad de sus voces, hasta esa mencionada atmosfera que crea un efecto generoso en un paisaje de ensueño creado por Baroness en su última edificación.
