Dead Quiet – “IV” (2023)
Hard Rock / Heavy Metal
Como una de las propuestas musicales más atractivas y reveladoras del 2020, los canadienses Dead Quiet, justo en aquella primera toma de contacto que tuvimos con ellos en “Truth And Ruin” (reseña aquí), consiguieron llevar esa silueta entre el hard rock y el heavy metal a la vieja usanza, propia de ser bendecidas por la mano maestra de formaciones icónicas desde esta perspectiva como Spiritual Beggars, citándonos en este caso a un ejemplo más reciente.
Vaya por delante la destreza de los músicos de Vancouver para su exposición en este nuevo “IV”, un disco en circulación desde el pasado viernes, nuevamente bajo la distribución del sello Artoffact Records.
Cuando damos play a la apertura “The Hanging Man” entramos realmente en un halo de misticismo a la cubierta setentera y ese carácter persistente de los canadienses en sus muchas exploraciones, pero a su vez, “IV” presume y mucho de llevar el gran carácter de la banda para exponerlo en sus mejores condiciones y ser testigos del gran estado de forma por el que pasan ahora mismo Dead Quiet.
Es un disco mucho más personalizado en el que ver a un Kevin Keegan canalizar sobre las experiencias más duras de la vida, las pérdidas que hay en el camino, los muchos choques ideológicos y claro, ese aislamiento vivido recientemente, de dónde parezca proceder la matriz de este “IV”, en su mayor naturaleza.
Por otro lado, ese heavy psych se mantiene al alza desde su gran conjunción de riffs a la vieja escuela y las oleadas recibidas en las entregas del órgano. En un trabajo como posiblemente el más oscuro de su carrera, se sacan lo mejor de la banda para llevar ese espíritu aventurero. A partir de aquí, el lado más emocional de la banda tiene varios frentes abiertos como se ve en momentos como los de “Leave The Light On” o ese guiño a una banda como Thin Lizzy en “No Gods, No Gold”, una de las claras referencias de los canadienses en su música, orquestado por esa gran producción de Jesse Gander.
Momentos más pegadizos en sus estribillos nos invitan a la contundencia de Dead Quiet en “Dying To Live Again”. Sin embargo, en los minutos de “High Roads” es dónde nos llevan a ese espíritu de carretera y su tendencia de intimidatorio proto metal, como fresca brisa sobre el asfalto.
Es impensable no poner en jaque otro de los exponentes de Dead Quiet, como pueden ser sus muchos acercamientos a Deep Purple. En la fascinación llevada a cabo por la voz poderosa de Keegan y la entrega a las 6 cuerdas de Brock McInnes, muestra sus mejores galas en la abridora “The Hanging Man”. Un espíritu prominente que lleva ese matiz progresivo en “Murder City” o el balanceo de temas más incisivos como “Existential Dread”, dónde nuevamente los actos crecientes de Dead Quiet, vuelven a ofrecer esa escala gradual que nos hace disfrutar de su música.
Al igual que hicieran en su álbum predecesor, lo intrépido de esta banda es lo que realmente acaba seduciendo en “IV”. Lúgubre en muchos aspectos, el nuevo álbum de Dead Quiet se llena de ese aprendizaje de los grandes títulos del heavy metal de los 70, adoptándolo en esa resonancia llena de romanticismo por la vieja escuela, serpenteando a base de rápidos riffs y un carácter apasionado en base a la gran voz de Keegan, que casi se abre a un infinito mundo detallista y lleno de emociones.
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