Sonidos Del Ayer: Black Space Riders – «S/T» (2010)
(Sound Guerrilla)
La vuelta de la banda Black Space Riders a los estudios este mismo verano, fue una de las noticias que más nos congratuló, tal y como adelantamos en su anuncio la semana pasada. Su nuevo trabajo supuestamente vería la luz a principios de 2018 pero en el día de hoy, en nuestros “Sonidos Del Ayer”, nosotros queremos explicarles cuando se originó nuestro amor por su sabia verborrea espacial.
Fue en el año 2010, cuando como lo más parecido a una supernova, hizo explosión en el universo para entregárnoslo como su debut homónimo. Una colección de piezas cargadas del mejor stoner confinado en las estrellas, caracterizado por largos pasajes que se dividían en diferentes capítulos. Esta costumbre, era todo un hecho que los músicos de Münster irían llevando como hábito personal en posteriores obras como “Light Is The New Black” (reseña aquí) o el sucesor “D:REI” (reseña aquí).
Influenciados fuertemente por toda la esencia que rodea a unos pesos pesados del género como son Monster Magnet, Black Space Riders, laboriosamente, se han convertido en unos currantes del espacio exterior, entregando consigo en estos 7 últimos años; cuatro LP’s y un EP.
La experimentación en la banda se ha llevado a cabo desde entonces y sucedió a partir de un homónimo que arrojaba toda su artillería pesada en la que en muchos casos parece la más propia a una lluvia de meteoritos. No hay duda de que su sitio está ahí fuera, entre nebulosas, surcando por infinitos viajes siderales entre miles de estrellas. Esa enajenación espacial les lleva a que la palabra “space”, sea partícipe en todos y cada uno de los 13 títulos que reúne este trabajo. Un disco que se lanzó en el 2010 a través de Sound Guerrilla.
¿Y que es lo que trae este homónimo trabajo como para recordarlo 7 años después? Evidentemente la condición esencial para este disco es que debes ser un intelectual de la astronomía, eso siempre te aclimatará a la atmosfera que se deposita en “Black Space Riders”, con esto y ese chute atmosférico llamado “Hide From The Spacelight”, los alemanes entregarán con la primera de sus oleadas, uno de los temas más gloriosos de su discografía, una marca de la casa que denota toda la intensidad y su personalidad por el stoner más espacial y atmosférico.
Las diferentes secciones que contiene este homónimo también marcan un buen tramo en el mismo. El primero de ellos viene con el título de “Black” dividido en dos partes; una pequeña intro ambiental, “Blackspacing” que da paso a la segunda parte “Space Is Black”, dónde los alemanes oscilan como un punto claro de la sección rítmica y coros bastante adictivos. Sin olvidarnos de ese chute inicial llamado “Spacebomb”, Black Space Riders dispara a discreción ese macarrismo interior con “Stoned Bikers In Space” o “Voodoo Spaceship”. Canciones más pesadas como “Lonely Space Trucking Man” o “Ride On, Black Space Rider” marcan la dureza que se vive por muchos momentos en el disco, dejando de lado la vertiente más experimental, por meter la directa y a fondo.
Brillante esa segunda sección de capítulos llamada “Black Book Of Cosmic Salvation” guiándonos hasta la estrellas con “Black Space Messiah”. El auto-titulado se cierra con la saga “Space Trilogy”, los casi 20 minutos finales que abandonan el Sistema Solar rumbo a una galaxia desconocida. En ese firmamento estelar que provoca un vacío entre las estrellas, virgen a la humanidad, es dónde los alemanes alcanzan la excelencia y el equilibrio entre lo experimental, lo espacial y el rock más pesado. Una definición de lo escuchado anteriormente implantada en esta fábula final.
El hecho de que cada canción está conectada a la siguiente, hace que Black Space Riders nos entregue una parábola para surcar entre luminarias, atravesar cientos de orbitas y pasar entre la estela de muchos cometas. Su homónimo álbum, lejos de ser un disco ortodoxo, se entrega con una visión mucho más directa que hará buena desde su primera escucha. Con un gran conjunto de canciones adictivas, los alemanes buscan ese momento para encontrar la proporción entre lo empírico y los himnos de rock más venenosos. Su mejor fórmula para un notable debut.