Sonidos Del Ayer: Dead Meadow – «Feathers» (2005)
Psychedelic / Blues Rock
(Matador Records)
El humeante blues psicodélico del cautivador “Feathers”, incomparable obra de los norteamericanos Dead Meadow, cierra la semana en “La Habitación 235”, recordando la importancia de este disco en nuestra siempre valerosa sección llamada “Sonidos Del Ayer”.
Aunque hayan pasado 12 años de su lanzamiento, seguimos rendido a ese encantamiento que surcaría los bellos pasajes de Dead Meadow que justo dos años antes, habían producido otra de sus heroicidades, “Shivering King And Others” (reseña aquí).
Probablemente, muchos de los seguidores de la veterana formación de la capital norteamericana, tengan sus máximos exponentes entre estas dos obras suyas. De aquí saldrá el dilema de muchos por elegir al mejor de ellos, pero es cierto que la exuberancia que emana “Feathers” es prácticamente inconmensurable. Si uno era más pesado y algo más distorsionado, es este quinto álbum es dónde nos introducen en unas profundas reverberaciones que se hacen prácticamente omnipresentes a lo largo de todo el LP.
El vaporoso “Feathers”, tal y como mencionamos anteriormente, se aleja un tanto de los riffs más stoner, dejando de lado esa dureza de sus estructuras y las cambia por otras mucho más finas, con un millar de detalles y lleno de unos matices que resultan todo un atractivo con cada una de las escuchas. Todo fluye a través de un suave dinamismo encantador con tiempos más lentos, a veces no tan lentos pero si igualmente arrebatadores como es el caso de “Such Hawks Such Hounds”, pieza que titularían con su posterior documental a la escena del sonido pesado y toda su historia (ver aquí).
Unas embriagadoras armonías te seducen en “At Her Open Door”, una de sus destacadas e histórica pieza en cualquier directo de la banda, llevando esa inspiración narcótica en su interior. Con un balanceo continuo entre las noches más alucinógenas de Syd Barret y la oscuridades surgidas por Black Sabbath, tienen su punto de encuentro en la música de Dead Meadow y “Eyeless Gaze All Eye/ Don’t Tell The Riverman” es su fijación. Pieza central del retoño, sumergida en el psych rock totalmente inmutable, a través de varios ciclos de guitarra y resultando toda una inmersión al lado oscuro de Dead Meadow. “Heaven” es una puta delicia auditiva y de las mejores fabricadas por la banda en toda su existencia, mi favorita del disco, una mezcla entre la sutileza de Black Mountain y las idas de Comets On Fire, vuelo rasante en su máxima expresión, contemplando la naturaleza de su somnolienta imaginación. “Stacy’s Song” es otra gran improvisación serpenteando entre los finos recovecos de Jason Simon, mucho más liberado con la presencia del por aquel entonces nuevo fichaje a la guitarra, Cory Shane, dejando en total libertad las virtudes y excentricidades del carismático frontman, que se extiende con nebulosas como “Let’s Jump In” o “Get Up On Down”. El cierre del disco está a la altura de todo su contenido con esa magia sin título de más de 13 minutos, un ogro algo más eléctrico orientado a sus obras anteriores, con todo ese bagaje heavy blues característico y por siempre eterno de la mítica formación.
“Feathers” no será precisamente el álbum más pesado de Dead Meadow, pero la magia que contiene en su interior es histórica. Un disco que atrapa de principio a fin a través de su sabia reflexión psicodélica. Para escuchar a la deriva nocturna, contemplando la inmensidad del firmamento, con un amor interior por todos los clásicos anteriores de su especie.