Sonidos Del Ayer; Guerrera – “Mauna Loa” (2014)
Psychedelic Rock / Progressive
La buena obra de Guerrera retoma nuestros “Sonidos Del Ayer” para la tarde de este viernes, reclamando en esa alucinógena nebulosa conformada por las jam sessions y esos segmentos instrumentales que hicieron en su día de estos músicos gallegos, uno de los mejores maestros de las ecuaciones psicodélicas dentro de las fronteras de nuestro país.
Viajamos al 2014, particularmente a la segunda entrega de su proyecto con esas dos mantras similares en su marca de 18 minutos, bajo el título de “Mauna Loa”. Nada mejor que el homenaje de un volcán ciertamente inestable como el que habita en tierras hawaianas para expresar el largo arco progresivo de una banda dotada de ese instinto creativo, capaz de llevar ese énfasis por el heavy psych y el blues progresivo, como sus mejores armas para el disfrute de sus muchos espectáculos en directo.
Yo recuerdo especialmente un concierto de ellos metido en suburbio de Las Palmas de Gran Canaria, en representación de su último y homónimo álbum (reseña aquí). Sin apenas espacio, pero con una buena acústica de sala. Más que suficientes razones que pedía un servidor para disfrutar de la representación de estos 4 gallegos, que como muchos sabrán, unos años después creó un sueño hecho realidad como son los actuales Moura.
Más allá de aquel encuentro que vivimos en las añoradas sesiones de La Choza Fest, Guerrera empezó su causa marcando un itinerario prácticamente perfecto durante la pasada década. Tres registros a cada cuál mejor apuntalaban el lienzo de Guerrera, demostrando su valía en la larga experimentación del espíritu de la libre improvisación, y en el que posiblemente, por su amplitud claro, la unión de sus muchos elementos alcance la culminación en este “Mauna Loa”.
La fina prosa de Canoura, Gallego, Santeiro y Casanova, alargan sus excentricidades y la definen en una multiplicada visión sobre cómo tratar de adorar la magia de un gigante de arena en plena erupción. Desde su radiación explosiva, hasta la propia oscuridad emanada tras semanas de erupción. En esas descargas de ceniza, se dejan ver sus ríos de lava resbalando ladera abajo como la sangre que transita por su motor creativo. Y es que en 18 minutos (por partida doble) se le puede sacar muchas cosas a un músico, pero más allá de esa fijación por las sesiones improvisadas, es en su versión más camaleónica dónde podemos ofrecer un largo periplo de marcas progresivas, dentro de una marca al disfrute de su propia expansión, caemos rendidos a la brillantez de su ejecución y la iluminación de un paisaje psicodélico simplemente divino de escuchar, sentir y profundizar.